Título
HOMENAJE AL PROF. CHARLES DRAKE
Fecha
Diciembre 1998
Texto
HOMENAJE AL PROF. CHARLES DRAKE
Charles Drake, un nombre familiar a todos los Neurocirujanos. Mencionar quién fue, qué hizo, que dejó a la Neurocirugía, no sería más que una redundancia que sólo significaría repetir una biografía conocida.
Visitó varias veces la Argentina y siempre dejó enseñanzas, gratos recuerdos, anécdotas que son ejemplo de su agudeza y bonhomía.
En ocasión de su primer viaje con motivo de un curso que desarrollara en el entonces Instituto Costa Buero, en ese período a cargo del Prof. Germán Hugo Dickman, mostró con sencillez y elegancia el camino que se debía seguir en el tratamiento de los aneurismas intracerebrales. Se habían programado demostraciones quirúrgicas y en los prolegómenos de la primera intervención, informó que deseaba disponer de una lupa quirúrgica. Por aquel entonces no se había generalizado aún en nuestro medio el concepto de la necesidad de la magnificación óptica para la Neurocirugía, por lo que luego de infructuosas búsquedas en el Instituto, sólo gracias a la celeridad y al ingenio de uno de los asistentes, pudo operar con una lupa de relojero que se consiguió a último momento.
Era un cirujano calmo, con amplio dominio de sí mismo. Perfeccionista, siempre trataba de llegar al óptimo. Solía preguntar: "cómo podríamos hacer esto mejor". Valga como ejemplo la minuciosidad que ponía en la colocación de los clips en los aneurismas. Cierta vez, operando en su Hospital de London, Ontario y ante un aneurisma del tope de la basilar abordado por la vía por él preconizada, efectuó múltiples intentos de colocación del clip definitivo. Cada intento era precedido por el clipado transitorio de la basilar, que sólo dejaba por escasos minutos. Todo ello con absoluta tranquilidad, imperturbable hasta lograr su objetivo: una exclusión satisfactoria sin comprometer los vasos vecinos.
No estaba exento de las vicisitudes propias de la evolución de los pacientes portadores de aneurismas. En una visita que efectué a su Servicio me invitó a concurrir al día siguiente para presenciar las operaciones programadas. Una, de un paciente con un aneurisma basilar y otra de una malformación arteriovenosa del cuerpo calloso. Cuando a la mañana del otro día me presento al Dr. Drake para concurrir al quirófano, me mira con cara compungida y me dice: "Dr. Turjanski, sólo tendremos hoy la malformación poruqe el paciente con el aneurisma falleció anoche por nuevo sangrado" seguido del comentario, todo por supuesto en su inglés característico, "este es un problema que aún no hemos podido resolver nosotros los Neurocirujanos".
Su actitud ecléctica fue la que permitió que en su centro se desarrollaran trabajos pioneros en embolización y Drake le pedía colaboración a Viñuela para los casos que consideraba no pasibles de tratamiento quirúrgico. Pero su aproximación era altamente crítica y se oponía a laas sobreindicaciones. Una vez, estando en Argentina en un Congreso en Mar del Plata, en el curso de una conferencia en la que comentaba resultados escuchados de boca de diversos expositores en un congreso reciente al que había concurrido, mencionó que uno en particular había relatado un índice de complicaciones diez veces superior al que presentaban los otros autores. De pronto dirigiéndose al auditorio les arrojó esta pregunta: "¿saben ustedes por qué fulano tiene tantas complicaciones? Y ante el silencio general respondió sorprendiendo a todos los asistentes: "porque es el único que no miente".
Fue un hombre cabal. Tenía una familia bien estructurada. Su esposa, que lo acompañó en una de sus vistas, sorprendió por sus inquietudes sobre aspectos sociales de nuestro país. Uno de sus hijos es actualmente un neurocirujano infantil reconocido.
Deportista, piloteaba su propio avión, practicaba tiro, manejaba con habilidad la paleta de squasch, pero su debilidad mayor era la pesca.
Sabíamos de su afición por lo que cuando estuvo en Mar del Plata le organizamos una salida mar adentro con una barca pesquera local. Embarcamos de mañana temprano. Los avíos adecuados. La expectativa era de una sesión de aquellas que dejan recuerdo. Habíamos recorrido considerable distancia rumbo al horizonte cuando observamos con preocupación que el barco reducí su velocidad. Intrigados interrogamos al capitán quien nos informó que lamentablemente deberíamos volver a puerto por falla de uno de los motores. Drake tomó este contratiempo con absoluta calma y aceptación, manteniéndose en cubierta embelesado por el paisaje marino. Ya cerca del puerto preguntó si no se podría practicar pesca desde la costa, a lo que le respondimos afirmativamente. De este modo el Dr. Drake trocó una expectativa de pesca anecdótica por una sesión convencional de pesca menor desde una de las escolleras del puerto.
En una visita posterior, también para un Congreso, gracias los buenos oficios del Dr. Nigri de Corrientes, se programó llevarlo a una excursión por el Litoral Argentino, a la búsqueda del Dorado, que según bien sabía Drake, era mencionado como el "Rey de los peces".
Tuvimos el privilegio de ser de la partida y durante los días que duró la estadía y en la convivencia cotidiana, pudimos reconocer la calidad humana de nuestro comensal.
El Prof. Charle Drake observando con prismáticos los pájaros locales, intrigado por sus características y costumbres. Quedó fascinado con el hornero y su habilidad arquitectónica.
El Prof. Charles Drake procediendo a quitarse el calzado al observar que mucha gente alrededor suyo no lo usaba. El Prof. Charles Drake convidando con un cigarro especial al botero y guía de pesca, cuya ascendencia indígena no lo inhibió para que, por un instante al menos, se sintiese igualado al Profesor.
Fue apasionante su reacción frente a la vista de especies que no había visto nunca y nombres que jamás había escuchado. Aparte del dorado, que logró con maestría, aparecieron, el patí, la boga, el pacú.
Este último pez lo sorprendió sobremanera. Le llamó la atención su forma y su dentadura, la que comparó con la de los humanos. El nombre pacú lo pronunciaba con una inflección especial, pacuú... Se le quedó grabado y lo repetía en toda oportunidad en la que lo volví a encontrar, en una clara alusión a la satisfacción de los momentos vividos.
La despedida fue con lluvia, como para matizar el encanto de la aventura.
Al poco tiempo de su partida recibí una carta conceptuosa en la que me agradecía el haber podido pescar al "King of the Fishes". Le respondí que el agradecido era yo porque había tenido la oportunidad de pescar al King of the Fishes" con el "Emperador of the Aneurysms".
Charles Drake, un nombre familiar a todos los Neurocirujanos. Mencionar quién fue, qué hizo, que dejó a la Neurocirugía, no sería más que una redundancia que sólo significaría repetir una biografía conocida.
Visitó varias veces la Argentina y siempre dejó enseñanzas, gratos recuerdos, anécdotas que son ejemplo de su agudeza y bonhomía.
En ocasión de su primer viaje con motivo de un curso que desarrollara en el entonces Instituto Costa Buero, en ese período a cargo del Prof. Germán Hugo Dickman, mostró con sencillez y elegancia el camino que se debía seguir en el tratamiento de los aneurismas intracerebrales. Se habían programado demostraciones quirúrgicas y en los prolegómenos de la primera intervención, informó que deseaba disponer de una lupa quirúrgica. Por aquel entonces no se había generalizado aún en nuestro medio el concepto de la necesidad de la magnificación óptica para la Neurocirugía, por lo que luego de infructuosas búsquedas en el Instituto, sólo gracias a la celeridad y al ingenio de uno de los asistentes, pudo operar con una lupa de relojero que se consiguió a último momento.
Era un cirujano calmo, con amplio dominio de sí mismo. Perfeccionista, siempre trataba de llegar al óptimo. Solía preguntar: "cómo podríamos hacer esto mejor". Valga como ejemplo la minuciosidad que ponía en la colocación de los clips en los aneurismas. Cierta vez, operando en su Hospital de London, Ontario y ante un aneurisma del tope de la basilar abordado por la vía por él preconizada, efectuó múltiples intentos de colocación del clip definitivo. Cada intento era precedido por el clipado transitorio de la basilar, que sólo dejaba por escasos minutos. Todo ello con absoluta tranquilidad, imperturbable hasta lograr su objetivo: una exclusión satisfactoria sin comprometer los vasos vecinos.
No estaba exento de las vicisitudes propias de la evolución de los pacientes portadores de aneurismas. En una visita que efectué a su Servicio me invitó a concurrir al día siguiente para presenciar las operaciones programadas. Una, de un paciente con un aneurisma basilar y otra de una malformación arteriovenosa del cuerpo calloso. Cuando a la mañana del otro día me presento al Dr. Drake para concurrir al quirófano, me mira con cara compungida y me dice: "Dr. Turjanski, sólo tendremos hoy la malformación poruqe el paciente con el aneurisma falleció anoche por nuevo sangrado" seguido del comentario, todo por supuesto en su inglés característico, "este es un problema que aún no hemos podido resolver nosotros los Neurocirujanos".
Su actitud ecléctica fue la que permitió que en su centro se desarrollaran trabajos pioneros en embolización y Drake le pedía colaboración a Viñuela para los casos que consideraba no pasibles de tratamiento quirúrgico. Pero su aproximación era altamente crítica y se oponía a laas sobreindicaciones. Una vez, estando en Argentina en un Congreso en Mar del Plata, en el curso de una conferencia en la que comentaba resultados escuchados de boca de diversos expositores en un congreso reciente al que había concurrido, mencionó que uno en particular había relatado un índice de complicaciones diez veces superior al que presentaban los otros autores. De pronto dirigiéndose al auditorio les arrojó esta pregunta: "¿saben ustedes por qué fulano tiene tantas complicaciones? Y ante el silencio general respondió sorprendiendo a todos los asistentes: "porque es el único que no miente".
Fue un hombre cabal. Tenía una familia bien estructurada. Su esposa, que lo acompañó en una de sus vistas, sorprendió por sus inquietudes sobre aspectos sociales de nuestro país. Uno de sus hijos es actualmente un neurocirujano infantil reconocido.
Deportista, piloteaba su propio avión, practicaba tiro, manejaba con habilidad la paleta de squasch, pero su debilidad mayor era la pesca.
Sabíamos de su afición por lo que cuando estuvo en Mar del Plata le organizamos una salida mar adentro con una barca pesquera local. Embarcamos de mañana temprano. Los avíos adecuados. La expectativa era de una sesión de aquellas que dejan recuerdo. Habíamos recorrido considerable distancia rumbo al horizonte cuando observamos con preocupación que el barco reducí su velocidad. Intrigados interrogamos al capitán quien nos informó que lamentablemente deberíamos volver a puerto por falla de uno de los motores. Drake tomó este contratiempo con absoluta calma y aceptación, manteniéndose en cubierta embelesado por el paisaje marino. Ya cerca del puerto preguntó si no se podría practicar pesca desde la costa, a lo que le respondimos afirmativamente. De este modo el Dr. Drake trocó una expectativa de pesca anecdótica por una sesión convencional de pesca menor desde una de las escolleras del puerto.
En una visita posterior, también para un Congreso, gracias los buenos oficios del Dr. Nigri de Corrientes, se programó llevarlo a una excursión por el Litoral Argentino, a la búsqueda del Dorado, que según bien sabía Drake, era mencionado como el "Rey de los peces".
Tuvimos el privilegio de ser de la partida y durante los días que duró la estadía y en la convivencia cotidiana, pudimos reconocer la calidad humana de nuestro comensal.
El Prof. Charle Drake observando con prismáticos los pájaros locales, intrigado por sus características y costumbres. Quedó fascinado con el hornero y su habilidad arquitectónica.
El Prof. Charles Drake procediendo a quitarse el calzado al observar que mucha gente alrededor suyo no lo usaba. El Prof. Charles Drake convidando con un cigarro especial al botero y guía de pesca, cuya ascendencia indígena no lo inhibió para que, por un instante al menos, se sintiese igualado al Profesor.
Fue apasionante su reacción frente a la vista de especies que no había visto nunca y nombres que jamás había escuchado. Aparte del dorado, que logró con maestría, aparecieron, el patí, la boga, el pacú.
Este último pez lo sorprendió sobremanera. Le llamó la atención su forma y su dentadura, la que comparó con la de los humanos. El nombre pacú lo pronunciaba con una inflección especial, pacuú... Se le quedó grabado y lo repetía en toda oportunidad en la que lo volví a encontrar, en una clara alusión a la satisfacción de los momentos vividos.
La despedida fue con lluvia, como para matizar el encanto de la aventura.
Al poco tiempo de su partida recibí una carta conceptuosa en la que me agradecía el haber podido pescar al "King of the Fishes". Le respondí que el agradecido era yo porque había tenido la oportunidad de pescar al King of the Fishes" con el "Emperador of the Aneurysms".