Sistemas de Trauma. Propuesta de Organización 2a. parte
Proyecto de Regionalización a Nivel Nacional

Título

Sistemas de Trauma. Propuesta de Organización 2a. parte
Proyecto de Regionalización a Nivel Nacional

Autor

Dr. Jorge A. Neira

Fecha

Julio 2004

Texto

Sistemas de Trauma. Propuesta de Organización 2a. parte

Dr. Jorge A. Neira

Proyecto de Regionalización a Nivel Nacional


La República Argentina cuenta con 37.000.000 de habitantes 4.000.000 de km2 23 estados provinciales y una ciudad autónoma 1.425 municipios y distribuidos en todo el país 1.295 hospitales públicos de autogestión con dependencias variadas municipales o provinciales1,53,141.
La atención de las emergencias y el trauma debe tener como modelo la estructura municipal ya que cada municipio debería contar como mínimo con un sistema de emergencias médicas que asistiera a todos los residentes de ese municipio sin tener en cuenta el tipo de cobertura o aún la ausencia de cobertura. Este sistema de emergencia debería contar con un número único de acceso al sistema con móviles equipados y personal entrenado debidamente certificados y acreditados por una estructura oficial y siguiendo normativas de procedimientos de entidades académicas de reconocimiento nacional y/o internacional. Tomando como ejemplo la atención del traumatizado el personal del equipo de emergencias debería tener entrenamiento en ACLS® BTLS® PHTLS® o ATLS® y en caso de atención pediátrica en PALS® siendo ideal que estuviera certificado como mínimo en ACLS® y alguno de los cursos de trau-
ma11,249,252.
Para ello el municipio debería contar con legislación apropiada actualizada y en vigencia que normatizara el funcionamiento de los sistemas de emergencia en esa jurisdicción y que contara con una política de salud que enfatizara la importancia de la atención de la emergencia en su distrito. El municipio debería asimismo asegurar la provisión de la atención de la emergencia de la forma que fuera más adecuada desde el punto de vista económico ya sea que el sistema de emergencia sea público es decir que el presupuesto del mismo proviniera del estado municipal (aún cuando podría generar recursos genuinos adicionales por la prestación del servicio a terceros pagadores) que sea contratado a terceros (1 o más empresas prestadoras) que sea voluntario (es decir que integrantes de la población participan en la provisión del servicio sin percibir sueldos ni honorarios) o que sea un sistema mixto (convenio público-privado-voluntario en cualquier combinación apropiada).
En cualquiera de los casos citados la capacidad instalada del sistema de emergencias deberá corresponder a la demanda de la comunidad en cuanto a trauma emergencia y desastres y necesariamente deberá contar con todos los elementos tecnológicos y los recursos humanos de acuerdo a la legislación vigente253-265.
Idealmente el sistema de emergencia debería participar en la información capacitación comunitaria prevención de emergencias y lesiones de acuerdo a un plan consensuado con el resto de los integrantes del sistema de atención de trauma y emergencias. Deberá llevar a cabo la preparación de la respuesta en caso de desastres de acuerdo a la vulnerabilidad del la jurisdicción y contar con un segundo escalón en caso que la demanda supere a la oferta es decir en caso de requerir más unidades móviles igualmente equipadas y con recurso humano similar quien será el encargado de proveerlas.
Asimismo deberá tener convenios de coparticipación con los municipios limítrofes para que en caso de situaciones de víctimas numerosas puedan ser convocados de una manera organizada y con clara noción de quien se encuentra al mando de ese operativo (responsabilidad del municipio que solicita).
Este sistema de emergencias deberá participar junto a otros integrantes del COE (fuerzas de seguridad protección civil empresas de servicios otras estructuras gubernamentales y no gubernamentales etc) en el plan de desastre del municipio.
Debería desterrarse la experiencia de la duplicación inadecuada de recursos de móviles equipados con tecnología obsoleta o sin el recurso humano necesario que no solo no aportan ninguna solución sino que ponen en peligro la vida del paciente.
En los municipios en los cuales no existiera recurso humano médico suficiente como para participar del sistema de emergencia la legislación local vigente deberá proveer alternativas para el funcionamiento como por ejemplo el entrenamiento en socorrismo avanzado de fuerzas de seguridad (personal de bomberos prefectura etc) por medio de entidades de capacitación reconocidas oficialmente.
Un ejemplo de esta propuesta se encuentra en vigencia en la Ciudad de Buenos Aires que cuenta con un sistema de atención médica de emergencias el SAME dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y que ha desarrollado en los últimos 4 años y medio muchas de estas acciones. Para ello la Secretaría de Salud creó en 1996 la Red de Trauma y Emergencias con la finalidad de efectivizar su política de salud en cuanto a emergencias con todos los efectores del sistema. Dicha experiencia se encuentra publicada para quienes tengan interés en la revista del SAME53.
Actualmente la Red de Trauma y Emergencias se encuentra abocada a la tarea de generar una amplia propuesta consensuada de legislación en cuanto a sistemas de emergencia en la que participa el SAME desde el sector público y representantes del sector privado de emergencias que desarrollan su actividad en la Ciudad de Buenos Aires a través del SIEM (Sistema Integrado de Emergencias Médicas).
Existen en la actualidad otras experiencias municipales con sistemas de emergencias medicalizadas con dependencia municipal en ciudades provinciales como Tigre y otras localidades de la Provincia de Buenos Aires (que también cuenta con un Sistema de Enlace Radial el CRESS) y en otras provincias del país como Córdoba Mendoza Salta Formosa y recientemente Tucumán (datos aportados por SAME) y numerosas experiencias de sistemas privados funcionando en conjunto o más frecuentemente en forma aislada del municipio pero sin conformar sistemas regionalizados de atención prehospitalaria del trauma. También existen otros sistemas no medicalizados en el resto del país corno Entre Ríos Santa Fe y Corrientes que cuentan con personal no médico del equipo de salud y que conforman en la práctica casi un sistema53.
Según referencias de los sectores privados de emergencias prehospitalarias 115 empresas pertenecerían a la Red SIEM (Sistema Integrado de Emergencias Médicas) alrededor de 70 u 80 que pertenecerían a otra red denominada la RED y unos 20 sistemas más que compartirían ambas redes.
Como ya fue comentado anteriormente este sistema de emergencias debe llevar al paciente indicado (triage prehospitalario) en el tiempo indicado al lugar indicado (hospital más cercano apropiado a la severidad de la patología del paciente)
Corresponde ocuparnos ahora del lugar indicado. En el caso particular del paciente traumatizado crítico el lugar indicado es el Centro de Trauma. Ya hemos comentado que existen en el país 1295 hospitales públicos de autogestión a los que habría que sumarles los Hospitales de las Fuerzas Armadas (Militar Naval Aeronáutico Policial etc) y los Hospitales Universitarios todos ellos con presupuesto del estado nacional. La propuesta radica en que cada jurisdicción en este caso municipio o eventualmente provincia designe el o los hospitales adecuados para la atención del traumatizado tratando de tener en cuenta la capacidad instalada de todos los recursos disponibles en la jurisdicción.
Se considera que debería implementarse un Centro de Trauma por cada millón de habitantes residentes en la jurisdicción o en el área de influencia ya que se producen aproximadamente 1.000 pacientes traumatizados severos por millón de habitantes (datos de países desarrollados en particular EE.UU.). Siguiendo este concepto el país debería contar como mínimo con un centro por provincia y en el caso particular del área metropolitana de Buenos Aires que cuenta con aproximadamente 12.000.000 de habitantes con tres de adultos y 1 pediátrico en la Ciudad de Buenos Aires (en vías de implementación) y entre 6 y 9 en el conurbano bonaerense.
Un tema importante de definición es si se deben implementar Centros de Trauma Pediátricos o los pacientes pediátricos deben atenderse en Centros de Trauma de Adulto. Si bien mi experiencia me hace inclinar hacia el primer punto creo que los encargados de dilucidar el tema serán las sociedades científicas relacionadas con la pediatría y el trauma266-277.
En 1990 el Dr. Fortunato Benaím y el suscripto 1 en calidad de relatores del LXI Congreso de Cirugía sobre el tema "Atención inicial del traumatizado grave" efectuaron la "Propuesta 1990. Plan de Regionalización para la Atención del Traumatizado en la Argentina". Muy lejana en aquella época en cuanto a su implementación parece ahora más factible de llevar a cabo habida cuenta de los progresos experimentados en el país en la capacitación en trauma (en particular desde el inicio del programa ATLS y los más novedosos PHTLS BTLS AITP PALS FCCS etc) en el desarrollo de los sistemas de emergencia en el interés de numerosos profesionales en el tema pero sobre todo por la vocación docente de un jerarquizado núcleo de profesionales de las distintas Sociedades Científicas relacionadas con el tema que se han dedicado difundir por todo el país la problemática del trauma.
El Comité de Trauma del American College of Surgeons158 a través de su publicación Recursos para el Cuidado Optimo del Paciente Traumatizado: 1999 ("Resources for optimal care of the injured patient: 1999") propone una excelente herramienta para la categorización y acreditación de los centros de trauma en EE.UU.. Sin embargo nuestra realidad se encuentra todavía a considerable distancia de poder cumplimentar con dichos requisitos. No obstante y teniendo en cuenta criterios similares pero adecuados a nuestro sistema se proponen 3 criterios de complejidad: Nivel I o Alta Complejidad o Centro de Trauma; Nivel II Mediana Complejidad o Servicio de Trauma y Nivel III o Baja Complejidad o Unidad de Trauma.
Como se comentó anteriormente y teniendo en cuenta la proporción de 05-1 traumatizado severo por cada 1000 habitantes debería implementarse 1 Centro de Nivel I en zonas con área de influencia de 500.000 hasta 2.000.000 con un promedio de 1 Centro de Nivel I por millón de habitantes. Teniendo en cuenta las características demográficas de nuestro país sería conveniente la implementación de un Centro de Nivel I en cada una de la ciudades más importantes del país teniendo en cuenta sus respectivas áreas de influencia.

Nivel I. Centro de Trauma Alta Complejidad

Este Centro de Nivel I o Centro de Trauma debería contar para un volumen anual de ingresos de 750 a 1000 traumatizados con 4 a 6 camas de admisión (equipo de rayos portátil y ecógrafo las 24 horas) 8 a 14 camas de cuidados intensivos y 20 a 30 camas de cuidados intermedios. Deberá contar con 2 quirófanos propios con rápida accesibilidad desde el área de admisión y con un área de recuperación postoperatoria de 2-4 puestos inmediata al quirófano y además con un área de rehabilitación que podrá estar situada en la institución o funcionar en otro ámbito mediante un convenio operativo y que permita el alta precoz del paciente para acelerar el proceso de rehabilitación y recuperación del paciente278.
Esta estructura deberá estar ubicada indefec tiblemente en un hospital general u otra institución sanitaria de alta complejidad que cuente con todos los servicios básicos de apoyo (laboratorio hemoterapia y radiología con funcionamiento las 24 horas) cirugía vascular central y periférica con disponibilidad las 24 horas neurocirugía traumatología tocoginecología pediatría y anestesiología de guardia activa las 24 horas.
Es indispensable que posea un Departamento de Diagnóstico por Imágenes con tomógrafo axial computado de última generación hemodinamia ecocardiografia transtorácica y transesofágica (con posibilidad de efectuar estudios bedside) estudios de medicina nuclear y resonancia nuclear magnética con funcionamiento las 24 horas.
Es conveniente que cuente con un helipuerto ya sea en la institución o en las cercanías para permitir la recepción de pacientes derivados de distancias superiores a los 30 km o de lugares estratégicos como autopistas.
Asimismo deberá poseer una entrada de vehículos propia y diferenciada aunque puede ser compartida con la del departamento de emergencia (en cuyo caso se denominaría departamento de emergencia y trauma) que cumpla con los requisitos de una circulación tipo noria y un área diferenciada para la recepción de víctimas numerosas (deberá tener adecuada iluminación gases centrales en el área de triage y la posibilidad de improvisar suficiente cantidad de camillas que faciliten efectuar el triage al ingreso).
De esta forma el Centro de Trauma deberá convertirse en la base de la atención de víctimas numerosas (siempre teniendo en cuenta que de acuerdo al plan de desastre del sistema de atención médica prehospitalaria se deberá trasladar al Centro preferentemente solo aquellos pacientes críticos recuperables en cantidades que no sobrepasen el número previsto por el plan de desastre del Centro y utilizar las otras camas disponibles del sistema para enviar al resto de los pacientes) y participará del liderazgo médico en estas situaciones normatizando las acciones que deben ser llevadas a cabo y colaborando mancomunadamente con el sistema de emergencias local con el que compartirá criterios de clasificación y reclasificación de derivación y recepción etc277-299.
Deberá contar con normas estrictas de ingreso y egreso ya sea desde el área de admisión a otras áreas del Centro (como por ejemplo diagnóstico por imágenes) o de estas a otras salas de cuidados (intensivos o intermedios) o bien para su derivación a otros centros de rehabilitación (si no lo tuviera propio) o a su domicilio. También deberá contar con normas de referencia de y hacia otros centros de menor complejidad relacionados con el Centro de Trauma. Es conveniente asimismo que se cuente con un equipo de atención domiciliaria para facilitar el alta precoz y el seguimiento longitudinal.
La institución donde funcione el Centro de Trauma (Hospital u otra Institución Sanitaria de Alta Complejidad) deberá redimensionar su banco de sangre ya que es muy frecuente en estos casos el alto consumo de sangre y hemoderivados. Es de recomendación el concepto de efectuar la terapéutica transfusional con componentes concentrados de sangre según cada requerimiento en particular (glóbulos rojos desplasmatizados plasma fresco congelado concentrados plaquetarios crioprecipitados concentrados de factores K dependientes etc.) de tal manera de aportar al paciente lo que necesita en relación a la pérdida de la volemia o a su trastorno de coagulación.
Tanto el área de admisión como el quirófano (así como las otras áreas) debe contar con adecuada provisión de sangre O Rh (-) o (+) de acuerdo a la indicación médica para la administración en casos desesperantes de exsanguinación que no permitan esperar la tipificación de la sangre del paciente.
El recurso humano necesario para el manejo del paciente en el área de admisión deberá estar integrado por un cirujano general entrenado en trauma como líder (es conveniente que cuando el o los cirujano/s se encuentre/n en el quirófano un emergentólogo un intensivista o un anestesiólogo pueden cumplir la función de líder del team de trauma) y otros dos médicos/as entrenados en trauma (emergentólogos anestesiólogos intensivistas o cirujanos) y dos enfermeros/as como máximo que conformen el team de recepción300-319. Se desaconseja mayor número de personas por la escasa operatividad que produce.
El Comité de Trauma del Colegio Americano de Cirujanos157 detalla exhaustivamente las misiones y funciones de estos profesionales del equipo de salud y aún su ubicación en relación al paciente en el área de admisión.
El restos de los especialidades estará conformada por neurocirujanos traumatólogos cirujanos torácicos cardiovasculares y de otras especialidades quirúrgicas anestesiólogos intensivistas emergentólogos fisiatras psicólogos psiquiatras etc en número adecuado a la demanda generada por los pacientes y en relación a la normativa oficial al respecto. Asimismo el equipo de salud se completará con enfermería kinesiología rehabili tadores (foniatras neurolingüistas terapeutas laborales etc) y otras especialidades necesarias (asistentes sociales técnicos en informática etc). El paciente traumatizado requiere de la atención de un equipo multidisciplinario donde todos y cada uno de los que conforman el equipo de salud tiene vital importancia.
La capacitación en trauma de este equipo no comprende solamente la certificación en ATLS® (indispensable) sino además haber efectuados cursos de formación en trauma oficialmente reconocidos en sociedades científicas y/o eventualmente otros sistemas de entrenamiento como la Residencia de Trauma o de Emergentología (que funcionan desde 1997 en el ámbito de la Red de Trauma de la Secretaría de Salud del GCBA).
Este equipo deberá cumplir además de la tarea asistencial ya señalada otras cuatro misiones y funciones tan importantes como la primera que son: la tarea docente la de investigación la de rehabilitación y la de prevención de lesiones.
De esta manera el Centro de Trauma debe implementar cursos de capacitación continuos y en servicio para su personal y para el resto del sistema enfatizar la importancia de ateneos de morbilidad y mortalidad y de control de calidad periódicos desarrollar la investigación ya sea básica o aplicada y destinar una significativa parte del tiempo a la puesta en marcha de proyectos de rehabilitación precoz (que incluyan desde la atención en el área de cuidados críticos hasta el seguimiento a largo plazo del paciente para poder efectuar evaluaciones de calidad de vida y de reinserción social y laboral) y de prevención para la comunidad.
Asimismo deberá contar con un Programa de Control de Calidad que permita monitorear el proceso y detectar las fallas y los aciertos en la atención de los pacientes mediante el desarrollo de estándares medibles y auditables establecer la evaluación por los pares (Comité de Trauma Comité de Auditoría etc) implementar acciones correctivas y reevaluar nuevas políticas de atención del paciente (como por ejemplo la necesidad de que el Centro cuente con las autopsias de los pacientes fallecidos). Obviamente todo esto es posible cuando el proceso ha sido adecuadamente documentado mediante la existencia de un Registro de Trauma (más adelante volveremos sobre el tema) ya que solo con estadísticas exactas se puede efectuar un diagnóstico de situación preciso que permita la implementación de las medidas necesarias320-328.
Para poder ser designado Centro de Trauma (Nivel I) deberá cumplir con todos los requisitos enumerados. Para ello es necesario que exista un ente jurisdiccional de categorización y acreditación que habilite el funcionamiento del centro de acuerdo a las normas emanadas por las Instituciones Oficiales de Salud en conjunto con las Sociedades Científicas correspondientes.
En tal sentido el 12 de julio de 2001 se llevó a cabo en el ámbito del Ministerio de Salud una reunión entre la Subsecretaría de Programas de Promoción y Prevención a cargo del Dr. Javier Vilosio y el Programa Nacional de Calidad de Atención y las Sociedades Científicas vinculadas al tema Trauma Emergencias y Desastres entre ellas la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva la Asociación Argentina de Cirugía (Comisión de Trauma y Comité de Trauma del Capítulo Argentino del Colegio Americano de Cirujanos) la Sociedad Argentina de Pediatría la Asociación Civil Argentina de Cirugía Infantil la Sociedad Argentina de Medicina y Cirugía de Trauma la Asociación Argentina de Quemaduras la Sociedad de Patología de Urgencia y Emergentología la Asociación Argentina de Trauma Ortopédico la Sociedad Argentina de Cardiología y el Consejo Nacional de Resucitación. Al término de la reunión quedó conformada una Comisión Asesora del Ministerio con 6 subcomisiones intersectoriales (Emergencias Trauma Desastre Registro Capacitación y Prevención).
La propuesta fue que las recomendaciones emanadas por esta comisión asesora una vez aprobadas por el Ministerio de Salud formaran parte del Programa Nacional de Calidad de Atención (Creado por Resolución N° 432 del 27 de noviembre de 1992 Decreto N° 1269 del 20 de julio de 1992 e implementado por Resolución NÁá 149 del 1 de julio de 1993) cuyo artículo 1 Áá refiere: "El Programa Nacional de Garantía de Calidad de la Atención Médica (...) será de aplicación obligatoria en todos los establecimientos nacionales de salud en el Sistema Nacional del Seguro de Salud en el Sistema Nacional de Obras Sociales en el Instituto de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP) en los establecimientos incorporados al Registro Nacional de Hospitales Públicos de Autogestión así como en los establecimientos dependientes de las distintas Jurisdicciones Provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las entidades del sector salud que adhieran al mismo".
El artículo 2° dice: "Establécese que el programa a que hace referencia el artículo anterior tiene como objetivos normatizar las actividades vincu ladas con el accionar sanitario con el fin de asegurar la calidad de los servicios y de las prestaciones que se brindan a la población y proponer las medidas necesarias para garantizar la calidad de los mismos".

Nivel II. Servicio de Trauma Mediana Complejidad

Se lo denomina Servicio de Trauma para diferenciarlo del Centro de Trauma ya que no dispone de estructura edilicia propia dentro del Hospital u otra Institución Sanitaria de Alta Complejidad ni de todo el equipamiento especializado completo que se ha mencionado para el Nivel I. Sin embargo deberá contar con todos los servicios básicos de apoyo (laboratorio Rayos y hemoterapia las 24 horas) y con respecto a diagnóstico por imágenes con ecografia general y ecocardiografía transtorácica (incluida la ecografía en el departamento de urgencias) y tomografía axial computada disponibles las 24 horas del día.
Deberá contar con todos los tipos de cuidados (intensivos e intermedios) quirófanos disponibles las 24 horas que le permitan la atención integral del paciente traumatizado. El hecho de no contar con hemodinamia de 24 horas o de resonancia nuclear magnética es una limitante para el ingreso de determinado tipo de traumatizados. Obviamente aquellos pacientes que necesiten alta complejidad diagnóstica (rotura aórtica hemodinamia y/o embolización arterial traumatismos raquimedulares severos etc) deberán primariamente ser transferidos directamente si es factible de la escena al Centro de Trauma o secundariamente una vez ingresados al Servicio de Trauma y luego de efectuada la estabilización y la o las intervenciones o procedimientos quirúrgicos que se consideren necesarias al Centro de Trauma.
Debe recordarse que quien decide la necesidad de la derivación del paciente es el médico tratante cuando considera que no posee todos los recursos necesarios para la adecuada atención del paciente.
El recurso humano necesario deberá estar capacitado de la misma forma que en el nivel I y de acuerdo en cantidad y tipo de especialidades a las necesidades del servicio y cumpliendo con las normas oficialmente reconocidas.
Debe existir comunicación telefónica y radial permanente entre los niveles L y II de la misma manera que todos los profesionales del equipo de salud deberían efectuar rotaciones entre ellos para asegurar la capacitación continua y en servicio efectuando además ateneos de morbilidad mortalidad y control de calidad en forma conjunta.
Los Servicios de Trauma deberían estar en condiciones de cubrir la demanda de atención de pacientes traumatizados en ciudades o poblaciones con áreas de influencia de alrededor de 100.000 a 300.000 habitantes.

Nivel III. Unidad de Trauma Baja Complejidad

Se reserva esta categorización para la atención de pacientes traumatizados que puede brindarse en Hospitales Generales que cuenten con profesionales entrenados y capacitados en el manejo del trauma mediante cursos reconocidos (ATLS indispensable) cada día de guardia.
De esta manera el paciente que ingresa puede ser estabilizado para su posterior derivación a un Centro de mayor complejidad de acuerdo a la patología del paciente. Obviamente la transferencia de paciente se efectuará por medio de personal entrenado para este tipo de tareas por medio de móviles terrestres y/o aéreos (helicópteros avión sanitario etc) de acuerdo a las necesidades del paciente y teniendo en cuenta las distancias entre las instituciones.
También debe haber conexión telefónica y si es posible radial entre esta unidad y el resto de los centros y servicios de trauma y el del sistema prehospitalario local.
Debe recordarse que no debe existir altibajos en la atención del paciente de tal manera que en cada situación debe recibir una atención mejor y de mayor complejidad que la que recibía. Esta premisa también debe cumplirse en el traslado por lo que el recurso humano y el tecnológico deberían ser los adecuados para no poner el riesgo la sobrevida del enfermo.

Importancia de la implementación del Sistema

Una vez definidas las necesidades de la región e implementadas la puesta en marcha del o de los centros de trauma de los servicios de trauma y de las unidades de trauma y de los sistemas prehospitalarios jurisdiccionales deberán implementar planes conjuntos de atención de las emergencias y los desastres. Es fundamental tener en cuenta que una adecuada atención de las víctimas en situaciones de desastre comienza con la puesta en marcha de la respuesta local de emergencias.
Una vez superada la capacidad de respuesta local (que debe incluir todos los subsectores de salud jurisdiccional) se deberá apelar a la colaboración de los municipios aledaños a la respuesta provincial regional y eventualmente nacional.
Para ello sería fundamental generar en el ámbito nacional los denominados GRI (Grupos de Respuesta Inmediata) con un sentido estrictamente federal distribuidos en las 23 provincias y en la Ciudad de Buenos Aires y uno o eventualmente dos en el ámbito nacional a fin de efectuar la coordinación local provincial regional (con los GRL de las provincias que conforman la región) y nacional.
Es importante destacar que una función primordial de los GRI radica no solo en la coordinación asistencial sino particularmente en su función de capacitación de todo el personal del equipo de salud en medicina de desastre y en su participación como referente local para definir la magnitud de la asistencia necesaria externa a la jurisdicción.

PROYECTO DE REGISTRO INFORMÁTICO ÚNICO DE TRAUMA

Ya hemos comentado en reiteradas oportunidades la importancia de contar con datos confiables precisos y actualizados a la hora de tomar decisiones y la necesidad imperiosa de contar con un Registro de Trauma Nacional. Este Registro de Trauma Nacional debería conformarse con los 23 Registros de Trauma Provinciales y el Registro de Trauma de la Ciudad de Buenos Aires.
En tal sentido la Red de Trauma y Emergencia ha generado una Comisión conformada por personal de la Dirección de Estadísticas de la Secretaría de Salud (representada por la Lic. Josefina Mendoza Padilla la Lic. Graciela Ballarino y la Lic. María Eugenia Royer) y como representantes de la Red el suscripto y el Dr. Jorge Rodríguez quienes se encuentran abocados a desarrollar el modelo informático propuesto para la creación del Registro de Trauma del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Los objetivos del citado proyecto son: 1) conocer la magnitud de víctimas atendidas y las características del trauma sufrido por las personas afectadas; 2) conocer el tipo de hecho que dio lugar a la ocurrencia del daño o lesión y sus características relevantes y 3) establecer la carga de morbilidad discapacidad y mortalidad resultantes de los hechos estudiados.
La población a estudiar corresponde a los pacientes atendidos por trauma en los Hospitales y en el Sistema de Atención Médica de Emergencia del Gobierno de la Ciudad que respondan a las siguientes definiciones y criterios de inclusión y exclusión:
Se define para este registro Traumatismo Trauma o Lesión como la exposición brusca del organismo a una fuentes externa de energía mecánica térmica química eléctrica radiante o a la ausencia de elementos esenciales para la vida como el calor y el oxígeno.
En estos hechos se pueden reconocer una causa que lo produce (clasificable en el capítulo XX) y una lesión resultante (clasificable en el capítulo XIX -y como excepción el código L55 del capítulo XII- de la CIE 10 ma. Revisión)
En esta definición de trauma no se incluyen las siguientes causas:
W42 Exposición al ruido
W43 Exposición a otras vibraciones
W83 Otras obstrucciones especificadas de la respiración
W84 Obstrucción no especificada de la respiración
X20
a X29 Contacto traumático con animales y plantas venenosas
X40
a X49 Envenenamiento por y exposición a sustancias nocivas
X50 Exceso de esfuerzo y movimientos extenuantes y repetitivos
X51 Viajes y desplazamientos
X52 Permanencia prolongada en ambiente sin gravedad
X60
a X69 Envenenamientos autoinfligidos Y10
a Y19 Envenenamientos de intención no determinada
Y40
a Y84 Complicaciones de la atención médica y quirúrgica
Y85
a Y89 Secuelas de causas externas de morbilidad y de mortalidad
Y90
a Y98 Factores suplementarios relacionados con causas de morbilidad y mortalidad clasificadas en otra parte.

A los efectos de su registro se incluirán los casos que respondan a la definición de Trauma antes expuesta con los siguientes criterios de inclusión y exclusión:
1. No se registrarán los pacientes que ingresen con lesiones resultantes clasificables como:
• traumatismos superficiales que afectan a una sola parte del cuerpo;
• heridas aisladas en solamente una parte del cuerpo
2. Se registrarán los pacientes que presenten traumatismos superficiales múltiples y heridas múltiples (que afecten a dos o más partes del cuerpo)
3. Se registrarán los pacientes que ingresen por mordedura de animal (W53-W54-W55) aunque la lesión resultante sea clasificable como en el punto 1.
4. Se registrarán los pacientes que luego de ingresados a la guardia presentan las siguientes situaciones:
• permanecen en ella en observación por más de 12 horas
• son internados en un sector del Hospital
• son derivados para su atención a otra institución
• fallecen en guardia.
Las variables que componen el Registro se presentan en la correspondiente Tabla de Datos. Dado su valor central en los datos que componen este Sistema se describen más detalladamente las definiciones operativas de las siguientes variables: 1) causa (caracterización del hecho) y 2) lesión resultante
Se utilizarán para el registro de la causa los códigos de la C.I.E. 10a Revisión (O.M.S.) que contiene para las Causas Externas de Morbilidad y Mortalidad el Capítulo XX permitiendo la clasificación de acontecimientos ambientales y circunstancias como la causa de traumatismos envenenamientos y otros efectos adversos.
A nivel de Categorías de tres dígitos presenta la siguiente estructura:
a) Lesiones producidas por el transporte:
• Peatón lesionado en incidente de transporte
• Ciclista lesionado en incidente de transporte
• Motociclista lesionado en incidente de transporte
• Ocupante de vehículo de motor de 3 ruedas lesionado en incidente de transporte.
• Ocupante de automóvil lesionado en incidente de transporte.
• Ocupante de camioneta o furgoneta lesionado en incidente de transporte.
• Ocupante de vehículo de transporte pesado lesionado en incidente de transporte.
• Ocupante de autobús lesionado en incidente de transporte
• Otros incidentes de transportes terrestres.
• Incidentes de transportes por agua.
• Incidentes de transporte aéreo y espacial.
• Otros incidentes de transporte y los no especificados.
b) Otras causas externas de traumatismos no intencionales.
c) Lesiones autoinfligidas intencionalmente
d) Agresiones
e) Eventos de intención no determinada
f) Intervención legal y Operaciones de guerra
g) Secuelas de causas externas
La C.I.E. 10' Revisión prevé un cuarto dígito (subcategoría) que se adiciona a ciertas Categorías de tres dígitos y que representa adecuadamente a la persona afectada y al ámbito de ocurrencia del hecho.
Con respecto a la persona afectada se toman en cuenta:
• Conductor lesionado en incidente no de tránsito.
• Pasajero lesionado en incidente no de tránsito.
• Persona lesionada que viaja fuera del vehículo lesionada en incidente no de tránsito.
• Cualquiera de los ocupantes mencionados en las categorías de tres dígitos no especificado lesionado en incidente no de tránsito
• Persona lesionada al subir o bajar del vehículo
• Conductor lesionado en incidente de tránsito
• Pasajero lesionado en incidente de tránsito
• Persona que viaja fuera del vehículo lesionado en incidente de tránsito
• Ocupante no especificado de vehículo lesionado en incidente de tránsito.
Y con respecto al ámbito de ocurrencia: O- Vivienda
1- Institución residencial
2- Escuelas otras Instituciones y áreas administrativas públicas
3- Área de deportes y atletismo
4- Calles y carreteras
5- Comercio y área de servicios
6- Área industrial y de la construcción
7- Granja
8- Otro especificado
9- Sin especificar
Con respecto al tipo de actividad en la C.I.E. 10a Revisión existe un código opcional como quinto dígito que puede ser EEUUdo con todas las categorías de tres dígitos excepto en los casos de
Intervención legal y operaciones de guerra:
0- Mientras realiza una actividad deportiva
1- Mientras realiza una actividad de recreación Mientras trabaja en forma remunerada
10- Mientras está ocupado en otros tipos de trabajo
11- Mientras descansa duerme come o realiza otras actividades vitales
12- Mientras realiza tareas de aprendizaje
13- Mientras realiza quehaceres domésticos
14- Mientras realiza tareas no remuneradas
15- Mientras está ocupado en otras actividades especificadas.
16- Durante una actividad no especificada
En relación a la Lesión Resultante se consignarán en esta variable los códigos correspondientes a la naturaleza de la lesión clasificables en el capítulo XLX denominado "Traumatismos envenenamientos y otras consecuencias de causas externas". La única excepción es el código L55 (quemaduras solares) perteneciente al capítulo XII. Se registrarán códigos de cuatro dígitos cuando ello correspondiera.

CONCLUSIÓN

Creemos importante enfatizar que la unidad modelo para la implementación de un sistema de trauma consiste en que el municipio posea un sistema de emergencia prehospitalario que cubra todas las demandas de su población que el municipio y la provincia definan las necesidades de centros asistenciales para la atención de los pacientes que dichas estructuras se encuentren interconectadas no solo telefónica sino también radial y electrónicamente que haya intercambios regionales de experiencia y que se cumplan todos los requisitos de las entidades oficiales y científicas rectoras.
Queda por delante un largo camino para recorrer con respecto a la implementación de los sistemas de trauma para la República Argentina pero actualmente están las condiciones dadas para que eso suceda en el corto y mediano plazo y radican en la participación del las sociedades científicas en el ámbito de las instituciones oficiales de salud en aunar políticas de consenso en generar ámbitos de discusión de estas políticas en generar estructuras jurisdiccionales de categorización y acreditación y fundamentalmente generar estructuras de policía conjuntas para que esta normas se lleven a cabo. Está en cada uno de nosotros participar para lograr este objetivo.

Tabla 1.
Tablas de datos propuestas.


Bibliografía

1. Neira J. Organización de la atención del traumatizado. Sistemas de Trauma. Centros de Trauma. En Prioridades en Trauma. San Román E, Neira J, Tisminetzky G (eds). Editorial Panamericana. Buenos Aires. 2002 pp 45-53.
2. Bosque L, Neira J. El término accidente. En Trauma Prioridades. San Román E, Neira J, Tisminetzky G (eds). Editorial Panamericana. Buenos Aires. 2002 pp 19-20.
3. Neira J, Bosque L, Zengotita S. Informe estadístico sobre trauma. Ario 2000. Sociedad Argentina de Medicina y Cirugía del Trauma y Red de trauma y Emergencia de la Secretaria de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
4. Airey C, Franks A. Major trauma workload within a English Health Region. Injury 1995; 26: 25-31.
5. Gorman D, Teanby D, Sinha M, Wotherspoon J, Boot DA, Molokhia A. The epidemiology of major injuries in Mersey Region and North Wales. Injury 1995; 26: 51-55.
6. Battistella F, Torabian S, Siadatan K. Hospital readmission after trauma: An analysis of outpatient complications. J Trauma 1997; 42: 10121016.
7. Carrico C, Schwab C, Fulton R, Gross R, Mendel-son J, Michaels A. Outcome from injury: General health work status and satisfaction 12 months after trauma - Discussion. J Trauma 2000; 48: 848-850.
8. Bostróm L, Nilsson B. A Review of Serious Injuries and Deaths from Bicycle Accidents in Sweden from 1987 to 1994. J Trauma 2001; 50: 900-907.
9. Brundage S, Harruff R, Jurkovich G, Maier R. The epidemiology of thoracic aortic injuries in pedestrians. J Trauma 1998; 45: 1010-1014.
10. DiGiuseppi C, Edwards P, Godward C, Roberts I, Wade A. Urban residential fire and flame injuries: a population based study. Injury Prevention 2000; 6: 250-254.
11. Hyder A, Ghaffar A, Massod T. Motor vehicle crashes in Pakistan: the emerging epidemic. Injury Prevention 2000; 6: 199-202.
12. Lin M, Hwang H, Kuo N. Crash severity injury patterns and helmet use in adolescent motorcycle riders. J Trauma 2001; 50: 24-30.
13. Lowenstein S, Koziol-McLain J. Drugs and Traffic Crash Responsibility: A Study of Injured Motorists in Colorado. J Trauma 2001; 50: 313-320.
14. Lowenstein S, Koziolmclain J, Glazner J. The Colorado motorcycle safety survey: Public attitudes and beliefs. J Trauma 1997; 42: 1124-1128.
15. MacKenzie E, Gross R, Davis F, Cayten G. Fatality analysis reporting system demonstrates association between trauma system initiatives and decreasing death rates - Discussion. J Trauma 1999; 46: 755-756.
16. MacPherson P. Trauma drama. American Medical News. AMA. 1997; 40: 17-20.
17. Morrison A, Stone D. Capture-recapture: a useful methodological tool for counting traffic related injuries? Injury Prevention 2000; 6: 299-304.
18. Muelleman R, Mueller K. Fatal motor vehicle crashes: variations of crash characteristics within rural regions of different population densities. J Trauma 1996; 41: 315-320.
19. Schootman M, Harlan M, Fuortes L. Use of the Capture-Recapture Method to Estimate Severe Traumatic Brain Injury Rates.J Trauma 2000; 48: 70.
20. Sosin Sacks J, Holmgreen P. Head injury-associated deaths from motorcycle crashes. JAMA 1990; 264: 2395-2399.
21. Hemenway D, Miller M. Firearm Availability and Homicide Rates across 26 High-Income Countries. J Trauma 2000; 49: 985-988.
22. Hemenway D, Azrael D, Miller M. Gun use in the United States: results from two national surveys. Injury Prevention 2000; 6: 263-267.
23. Hogg N, Stewart T, ArmstrongJ, Girotti M. Epidemiology of maxillofacial injuries at trauma hospitals in Ontario Canada between 1992 and 1997. J Trauma 2000; 49: 425-432.
24. Steele J, McBride S, Kelly J, Dearden C, Rocke L. Plastic bullet injuries in Northen Ireland: Experiences during a week of civil disturbance. J Trauma 1999; 46: 711-714.
25. Hootman J, Annest J, Mercy J, Ryan G, Hargarten S. National estimates of non-fatal firearm related injuries other than gunshot wounds. Injury Prevention 2000; 6: 268-274.
26. Sachs C, Sisley A, Jacobs L. Violence in America: A public health crisis-domestic violence - Editorial comment. J Trauma 1999; 46: 1112-1113.
27. Soderstrom C, Cole F, Porter J. Injury in America: The role of alcohol and other drugs - An EAST position paper prepared by the injury control and violence prevention committee. J Trauma 2001; 50: 1-12.
28. Wagner A, Crawford Sasser H, McConnell Hammond F, Wiercisiewski D, Alexander J. Intentional Traumatic Brain Injury: Epidemiology Risk Factors and Associations with Injury Severity and Mortality. J Trauma 2000; 49: 404-410.
29. Sisley A, Jacobs L, Poole G, Campbell S, Esposito T. Violence in America: A public health crisisdomestic violence. J Trauma 1999; 46: 11051112.
30. Wladis A, Bostrom L, Nilsson B. Unarmed violence-related injuries requiring hospitalization in Sweden from 1987 to 1994. J Trauma 1999; 47: 733-737.
31. Diccionario Nuevo Espasa Ilustrado 2000. Espasa Calpe SA. Mateu Cromo Artes Gráficas SA. España 1999.
32. Diccionario Stedman Bilingüe. Diccionario de Ciencias Médicas. Lippincot Williams & Wilkins y Editorial Médica Panamericana. 1999. Buenos Aires Argentina.
33. National Safety Council. Accident Facts: 1997. Itasca III: National safety Council, 1997.
34. Eachempati S, Reed R, Stlouis J, Fisher R. 'The demographics of trauma in 1995" revisited: An assessment of the accuracy and utility of trauma predictions. J Trauma 1998; 45: 208-214.
35. Meyer A. Death and disability from injury: A global challenge. J Trauma 1998; 44: 1-12.
36. Brasel K., Akason J, Weigelt J. Dedicated operating room for trauma: A costly recommendation. J Trauma 1998; 44: 832-838.
37. Brotman S, Trask A, Schwab W., Mullins R., Rogers F. Financial outcome of treating trauma in a rural environment - Discussion. J Trauma 1997; 43: 72-73.
38. Champion H, Mabee S. An American Crisis in Trauma Care Reimbursement: An Issues Analysis Monograph. Washington DC. The Washington Hospital Center. 1990.
39. Cohen M, Fath J, Chung R, Ammon A, Matthews J. Impact of a dedicated trauma service on the quality and cost of care provided to injured patients at an urban teaching hospital. J Trauma 1999; 46: 1114-1119.
40. Costs of Injury. United States. A report to Congress. MMWR 1989; 38: 743-746.
41. Currie G, Kerfoot K, Donaldson C, Macarthur C. Are cost of injury studies useful? Injury Prevention 2000; 6: 175-176.
42. Eastman B, Bishop G, Walsh J, Richardson JD, Rice CL. The economic status of trauma centers on the eve of health reform. J Trauma 1994; 36: 835.
43. Joy S, Lichtig L, Knauf R, Martin K, Yurt RW. Identification and categorization of and cost for care of trauma patients: a study of 12 trauma centers and 43.219 patients. J. Trauma. 1994; 37; 303-308.
44. Kaya E, Ozguc H, Tokyay R, Yunuk O. Financial burden of trauma care on a university hospital in a developing country. J Trauma 1999; 47: 572575.
45. MacKenzie E, Morris J, Smith G, Fahey M. Acute hospital costs of trauma in the United States: implications for reglonalized systems of care. J Trauma 1990; 30: 1096-1103.
46. MacKenzie E, Siegel S, Shapiro S, Moody M, Smith RT. Functional recovery and medical costs of trauma: an analysis by type and severity of injury. J Trauma 1988; 28: 281-295.
47. Marx W, DeMaintenon N, Mooney K, Mascia ML, Medicis J, Franklin PD; et al. Cost reduction and outcome improvement in the intensive care unit. J Trauma 1999; 46: 625-629.
48. Metzler M, Reed R, West M. Cost reduction and outcome improvement in the intensive care unit Discussion. J Trauma 1999; 46: 629-630.
49. Rice D. Cost of illness studies: what is good about them? Injury Prevention 2000; 6: 177-179.
50. Rice D, Mackenzie E. Cost of injury in the United States: A report to Congress. Baltimore MD. Injury Prevention Center School of Hygiene and Public health. The Johns Hopkins University. 1989.
51. Rogers F, Osler T, Shackford S, Cohen M, Camp L. Financial outcome of treating trauma in a rural environment. J Trauma 1997; 43: 65-72.
52. Young J, Cephas G, Blow O. Outcome and cost of trauma among the elderly: A real-life model of a single-payer reimbursement system. J Trauma 1998; 45: 800-804.
53. Neira J, Muro M, Outes A. Organización de la atención del traumatizado en la Argentina. Revista del SAME. Secretaria de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 1999; 7: 7-32.
54. 10 National Academy of Sciences. Committee on Injury Prevention and Control. Reducing the Burden of Injury. Advancing Prevention and Treatment. Washington DC. National Academy of Press. 1999.
55. Anke A, Stanghelle J, Finset A, Roaldsen KS, Pillgram-Larsen J, Fugl-Meyer AR. Long-term prevalence of impairments and disabilities after multiple trauma. J Trauma 1997; 42: 54-61.
56. Burney R. Impact of a dedicated trauma service on the quality and cost of care provided to injured patients at an urban teaching hospital - Editorial comment. J Trauma 1999; 46: 1119.
57. Holbrook T, Anderson J, Sieber W, Browner D, Hoyt D. Outcome after major trauma: Discharge and 6-month follow-up results from the trauma recovery project. J. Trauma 1998; 45: 315-323.
58. Holbrook T, Hoyt D, Anderson J. The impact of major in-hospital complications on functional outcome and quality of life after trauma. J Trauma 2001; 50: 91-95.
59. Imami E, Clevenger F, Lampard S, Kallenborn C, Tepas J. Throughout analysis of trauma resuscitations with financial impact. J Trauma 1997; 42: 294-298.
60. Mackenzie E, Mackersie R, Mckenney M, Mendelson J, Holbrook T. Outcome after major trauma: Discharge and 6-month follow-up results from the trauma recovery project - Discussion. J. Trauma 1998; 45: 323-324.
61. Michaels A., Michaels C, Smith J, Monn CH, Peterson C, Long WB. Outcome from injury: General health work status and satisfaction 12 months after trauma. J Trauma 2000; 48: 841848.
62. Miller R, Patton M, Graham R, Hollins D. Outcomes of trauma patients who survived prolonged lengths of stay in the intensive care unit. J Trauma 2000; 48: 229-234.
63. Morris J, Hawkins M, Thomason M. Outcome after major trauma: 12-month and 18-month follow-up results from the Trauma Recovery Project - Discussion. J Trauma 1999; 46: 771-773.
64. Adesunkanmi A, Oginni L, Oyelami A, Badru O. Epidemiology of childhood injury. J Trauma 1998; 44: 506-511.
65. Morris S, Lenihan B, Duddy L, O'Sullivan M. Outcome after Musculoskeletal Trauma Treated in a Regional Hospital. J Trauma 2000; 49: 461469.
66. Muckart D, Bhagwanjee S, Gouws E. Validation of an outcome prediction model for critically ill trauma patients without head injury. J Trauma 1997; 43: 934-938.
67. Baker S. Advances and adventures in trauma prevention. J Trauma 1997; 42: 369-372.
68. Michaels A, Michaels C, Moon C, Zimmermann MA, Peterson C, Rodríguez JL. Psychosocial factors limit outcomes after trauma. J Trauma 1998; 44: 644-648.
69. Neira J, Cueto G, Torres M, Adamoli E, Gómez M, Arata A, Questa U. Errores en el manejo del traumatizado. Revista de Medicina y Cirugía del Trauma 1994; 1: 30-44.
70. Ryb G., Soderstrom C, KuferaJ, Dischinger P, Ho S. Use of blood alcohol concentration and laboratory tests to detect current alcohol dependence in trauma center patients. J Trauma 1999; 47: 874-879.
71. Sayfan J, Berlin Y. Previous trauma as a risk factor for recurrent trauma in rural northen Israel. J. Trauma 1997; 43: 123-125.
72. Soderstrom C, Kufera J, Dischinger P, Kerns TJ, Murphy JG, Lowenfels A. Predictive model to identify trauma patients with blood alcohol concentrations 50 mg/dl. J Trauma 1997; 42: 67-73.
73. Soderstrom C, Smith G, Kufera J, Dischinger PC, Hebel JR, McDuff DR et al. The accuracy of the CAGE the Brief Michigan Alcoholism Screening Test and the alcohol use disorders identification test in screening trauma center patients for alcoholism. J Trauma 1997; 43: 962-969.
74. Wright M, Litaker D. Injury prevention education in United States medical school curricula. J Trauma 1998; 44: 161-165.
75. Bandiera G, Hillers T, White F. Evaluating programs to prevent unintentional trauma in Canada: Challenges and directions.J Trauma 1999; 47: 932-936.
76. Chen S, Lin F, Chang K. Body region prevalence of injury in alcohol-and-non-alcohol-related traffic injuries. J Trauma 1999; 47: 881-884.
77. Draaisma J, DeHaan A, Goris R. Preventable trauma deaths in Netherlands - a prospective multi-centre study. J Trauma 1989; 29: 15521557.
78. Dunn C, Donovan D, Gentilello L. Practical guidelines for performing alcohol interventions in trauma centers. J Trauma 1997; 42: 299-304.
79. Field C, Claassen C, O'Keefe G. Association of Alcohol Use and Other High-Risk Behaviors among Trauma Patients. J Trauma 2001; 50: 13-19
80. Hunter K, Reath D, Bradley K, Maniscalco Theberge M, Ryb G. Use of blood alcohol concentration and laboratory tests to detect current alcohol dependence in trauma center patients - Discussion. J Trauma 1999; 47: 879-880.
81. Kréis D, Plascencia G, Augenstein D. Preventable trauma deaths: Dade County Florida. J Trauma 1986; 26: 649-654.
82. Li G, Key1P, Smith G, Baker S. Alcohol and injury severity: Reappraisal of the continuing controversy. J Trauma 1997; 42: 562-569.
83. Mcdermott F, Cordner S, Tremayne A. Reproducibility of preventable death judginents and problem identification in 60 consecutive road trauma fatalities in Victoria Australia. J Trauma 1997; 43: 831-839.
84. Atweh N. Toward the all-inclusive trauma system. J Trauma 1999; 47: S109.
85. Hill D, West R, Duflou NJ. Value of prospective "Before and After" study as a methodology to evaluate outcome in a trauma centre. Aust New Zealand J Surg 1993; 63: 940-945.
86. Hinsdale J, Wyatt J., Stapes L. Change in morbidity patterns after adoption of the American College of Surgeons communication coding system in a regional trauma center: Results of a prospective study. J Trauma 1998; 44: 821-826.
87. Holbrook T, Anderson J, Sieber W, Browner D, Hoyt D. Outcome after major trauma: 12-month and 18-month follow-up results from the Trauma Recovery Project. J Trauma 1999; 46: 765-771.
88. Jhirad R, Boone D. Computed tomography for evaluating blunt abdominal trauma in the lowvolume nondesignated trauma center: The procedure of choice? J Trauma 1998; 45: 64-68.
89. Campbell S, Watkins G, Kreis D. Preventable deaths in a self-designated trauma system. Am Surg 1989; 55: 478-480.
90. Kane G, Wheeler N, Cook S et al. Impact of Los Angeles County trauma system on the survival of seriously injured patients. J Trauma 1992; 32: 576-583.
91. Lowe D. Trauma system development: the critical need for regional needs assessments.J Trauma 1999; 47: S106-107.
92. Lowe D, Gately H, Goss R, Frey C, Peterson C. Patterns of death complícation and error in the management of motor vehicle accident victims: implications for a regional system of trauma care. J Trauma 1983; 23: 503-509.
93. Mclellan B. Mergers acquisitions and trauma care in the 1990s. J Trauma 1998; 44: 575: 579.
94. Meislin H, Criss E, Judkins D, Berger P, Conroy C, Parks B et al. Fatal trauma: The modal distribution of time to death is a function of patient demographics and regional resources. J Trauma 1997; 43: 433-440.
95. Mock C., Niiamonkotei D, Maier R. Low utilization of formal medical services by injured persons in a developing nation: Health service data underestimate the importante of trauma. J Trauma 1997; 42: 504-511.
96. Burdett-Smith P. Estimating trauma centre workload. J. R. Coll. Edinburgh. 1992; 37: 128-130.
97. Mullins R, Mann C, HedgesJ, Worral W, Jurkovich G. Preferential benefit of implementation of a statewide trauma system in one of two adjacent
cities. J Trauma 1998. 1998; 44: 609-617.
98. Mullins R, Veum-Stone J, Hedges J, ZimmerGembeck MJ, Mann NC, Southard PA et al. Influence of a statewide trauma system on location of hospitalization and outcome of injured patients. J Trauma 1996; 40: 536-546.
99. Norcross E, Osler T, MeredithJ, Barquist E. Effect of trauma system maturation on mortality rates in patients with blunt injuries in the Finger Lakes Region of NewYork State - Discussion. J Trauma 2000; 49: 69-70.
100. Norwood S, Myers M. Outcomes following injury in a predominantly rural-population-based trauma center. Arch Surg 1994; 129: 800-805.
101. O'Kelly T, Westaby S. Trauma centres and the efficient use of financial resources. Br J Surg 1990; 77: 1142-11454.
102. Poon A, McCluskey P, Hill D. Eye injuries in patients with major trauma. J Trauma 1999; 46: 494-499.
103. Richardson D. Trauma centers and trauma surgeons: Have we become too specialized?J Trauma 2000; 48: 1-7.
104. Richardson D, Cross T, Lee D, Shively E, Bentley E, Weiss D et al. Impact of level III verification on trauma admissions and transfer: Comparisons of two rural hospitals. J Trauma 1997; 42: 498502.
105. Rogers F, Osler T, Shackford S, Cohen M, Camp L, Lesage M. Study of the outcome patients transferred to a level I hospital after stabilization at an outlying hospital in a rural setting. J Trauma 1999; 46: 328-333.
106. Sampalis J, Denis R, Frechette P, Brown R, Fleiszer D, Mulder D. Direct transport to tertiary trauma centers versus transfer from lower level facilities• Impact on mortality and morbidity among patients with major trauma. J Trauma 1997; 43: 288-295.
107. Cachecho R, Clas D, Gersin K, Grindlinger G. Evolution in the management of the complex liver injury at Level I trauma center. J Trauma 1998; 45: 79-82.
108. Cayten G., Hinsdale J, Betts J, Collicott P, Sampalis J. Direct transport to tertiary trauma centers versus transfer from lower level facilities: Impact on mortality and morbidity among patients with major trauma - Discussion. J Trauma 1997; 43: 295-296.
109. Sampalis J, Denis R, Lavoie A, Frechette P, Boukas S, Nikolis A et al. Trauma care regionalization: A process-outcome evaluation. J Trauma 1999; 46: 565-579.
110. Sampalis J, Lavoie A, Williams J, Mulder D, Kalina M. Standardized mortality ratio analysis on a sample of severely injured patients from a large Canadian city without regionalized trauma care. J Trauma 1992; 33: 205-212.
111. Schwab W, Frankel H, Rotondo M, Gares DA, Robison EA, Hoskell RM et al. The impact of true partnership between a university Level I trauma center and a community Level II trauma center on patient transfer practices. J Trauma 1998; 44: 815-820.
112. Schwab W, Mullins R, Nathens A. Effectiveness of state trauma systems in reducing injury-related mortality: A national evaluation - Discussion. J Trauma 2000; 48: 30-31.
113. Shackford S, Hollingsworth-Fridlung P, Cooper G, Eastman AB. The effect of regionalization upon the quality of trauma care as assessed by concurrent audit before and after institution of a trauma system: a preliminary report.J Trauma 1986; 26: 812-820.
114. Shackford S, Hollingsworth-Fridlung P, McArdle M, Eastman B. Assuring quality in a trauma system-the medical audit committee: composition cost and results. J Trauma 1987; 27: 866895.
115. Sherman H Landry V, Jones L. Should Level I Trauma Centers Be Rated NC-17? J Trauma 2001; 50: 784-791.
116. Simons R, Eliopoulos V, Laflamme D, Brown D.R. Impact on process of trauma care delivery 1 year after the introduction of a trauma program in a provincial trauma center. J. Trauma 1999; 46: 811-815.
117. Strauch G, Eastman , Schwab W, Shackford S, Richardson D. Impact of level III verification on trauma admissions and transfer: Comparisons of two rural hospitals - Discussion. J. Trauma 1997; 42: 502-503.
118. Thobuni E, Norris P, Flores R, Goode S, Rodríguez E, Adams V et al. System care improves trauma outcome: patient care errors dominate reduced preventable death rate. J Emerg Med 1993; 11: 135-139.
119. Cales R. Trauma mortality in Orange County: the effect of implementation of a regional trauma system. Ann Emerg Med 1984; 13: 1-10.
120. Cayten G, Quervalu I, Agarwal N. Fatality analysis reporting system demonstrates association between trauma system initiatives and decreasing death rates. J Trauma 1999; 46: 751-755.
121. Cooper A, Hannan E, Bessey P, Farrell LS, Cayten CG, Mottley L. An Examination of the VolumeMortality Relationship for NewYork State Trauma Centers. J Trauma 2000; 48: 16.
122. Trooskin S, Faucher M, Santora T, Talucci R. Consolidation of trauma programs in the era of large health care delivery networks. J Trauma 1999; 46: 488-493.
123. Trunkey D, Wiedeman J, Eastman B. Low utilization of formal medica] services by injured persons in a developing nation: Health service data underestimate the importance of trauma - Discussion. J Trauma 1997; 42: 511-513.
124. West J, Cales R, Gazzaniga A. Impact of regionalization: the Orange County experience. Arch Surg 1983; 118: 740-744.
125. West J, Trunkey D, Lim. R. Systems of trauma care: a study of two counties. Arch Surg 1979; 114: 455-460.
126. Eastes L, Norton R, Brand D, Pearson S, Mullins R. Outcomes of Patients Using a Tiered Trauma Response Protocol. J Trauma 2001; 50: 908-913.
127. Wry P, Fakhry S, Gabram S, Sing R, Barie P. Lessons learned: Durability and progress of a program for ancillary cost reduction in surgical critical care - Discussion. J Trauma 1997; 43: 594-596.
128. Eastman B. Blood in our streets: the status and evolution of trauma care systems. Arch Surg 1992; 127: 677-681.
129. Lavery R, Addis M, Doran J, Corrise MA, Torbella BJ, Livingston DH. Taking care of the "Good Guys": A trauma center-based model of medical support for tactical law enforcement. J Trauma 2000; 48: 125-129.
130. McNicholl B, Fisher R, Dearden C. Transatlantic perspectives of trauma systems. Br J Surg 1993; 80: 985-987.
131. Weigelt J, Wachtel T, Fakhry S, Asensio J, Janjua K. Prospective evaluation of early missed injuries and the role of tertiary trauma survey - Discussion. J Trauma 1998; 44: 1006-1007.
132. Eastman B, Leppaniemi A, Long W. Trauma care regionalization: A process-outcome evaluation Discussion. J Trauma 1999; 46: 579-581.
133. Wald S, Shackford S, Fenwick J. The effect of secondary insults on mortality and long-term disability after severe head injury in a rural region without a trauma system. J Trauma 1993; 34: 377-381.
134. Eastman B, Lucas C, Lewis F, Mullins R. Preferential benefit of implementation of a statewide trauma system in one of two adjacent states Discussion. J Trauma 1998; 44: 616-617.
135. Eastman B, Schwab W, Annest J. Position paper on trauma care systems. J Trauma 1992; 32: 127-129.
136. Griswold J, Brotman S, Mendelson J. Hospital readmission after trauma: An analysis of outpatient complications - Discussion. J Trauma 1997; 42: 1016-1017.
137. Esposito T, Ramzy A, Holcroft J, Simons R. Impact on process of trauma care delivery 1 year after the introduction of a trauma program in a provincial trauma center - Discussion. J Trauma 1999; 46: 815-816.
138. Guss D, Meyer F, Neuman T, Baxt WG, Dunford JVJr, Griffith LD et al. The impact of a regionalized trauma system of trauma care in San Diego County. Ann Emerg Med 1989; 18: 1141-1145.
139. Fabian T. Treatment of liver injuries at level I and level II centers in a multi-institutional metropolitan trauma system - Editorial comment. J Trauma 1997; 42: 1096.
140. Helling T, Morse G, Mcnabney W. Treatment of liver injuries at level I and level II centers in a multi-institutional metropolitan trauma system. J Trauma 1997; 42: 1091-1096.
141. Neira J. Propuesta de regionalización para la atención del paciente traumatizado. Med Int 2001; 18: 92-118.
142. Mullins R. A historical perspective of trauma system development in the United States. J Trauma 1999; 47: S8-14.
143. National Traffic Safety Administration. EMS System Development: Results of the Statewide EMS Assessment Program. Washington DC. National Academy Press. 1985.
144. American Medical Association Commission on Emergency Medical Services. Categorization of Hospital Emergency Capabilities. Chicago. 1971.
145. Boyd D. A symposium on the Illinois Trauma Program: a systems approach to the care of the critically injured. J Trauma 1973; 13: 275-284.
146. Boyd D, Dunea M, Flashner B. The Illinois plan for a statewide system of trauma centers.J Trauma 1973; 13: 24-31.
147. Centers for Disease Control and Prevention. CDC WONDER Website. http: / /www.wondercdcgov.
148. Committee to Review the Status and Progress of the Injury Control Program at the Centers for Disease Control. Injury Control. Washington DC. National Academy Press. 1988.
149. Committee on Trauma. American College of Surgeons. Optimal resources for the care of the severely injured. Bull. Am. Coll. Surg. 1976; 61: 15-22. Chicago IL.
150. Trauma Care Systems. Position Paper. Third National Injury Control Conference. Setting the Na-
tional Agenda for Injury Control in the 1990s. Atlanta Georgia. US department of Health and Human Services. Centers for Disease Control and Prevention. 1991.
151. US Department of Health and Human Services. Bureau of Health Resources Development. Health Resources and Services Administration. Model
Trauma Care System Plan. Rockville Md. Division of Trauma and Emergency Medical Systems; 1992.
152. US General Accounting Office. GAO/HEHS95- 105-R State Trauma Grants. Washington DC.
Health Education and Human Services Division. April 11 1995.
153. American College of Emergency Physicians Policy Statement: Trauma Care System Development Evaluation and Funding. J Trauma 1999; 47: 5110.
154. Dailey J, Teter H, Cawley A. Trauma centers closures: a national assessment. J Trauma 1992; 33: 539-547.
155. Cornwell E, Berne T, Belzberg H, Asensio J, Velmahos G, Murray J et al. Health care crisis from a trauma center perspective: the LA story. JAMA 1996; 276: 940-944.
156. Institute of Medicine. Injury Control: A Review of the Status and Progress of the Injury Control Program at the Centers of Disease Control. Washington DC. National Academy Press. 1988
157. Committee on Trauma. American College of Surgeons. Resources for optimal care of the injured patient: 1999. Chicago IL. 1998.
158. Resources for optimal care of the injured patient: 1999. Committee on Trauma. American College of Surgeons. Chicago IL. 1998.
159. Rosenberg M, Pollock D, Waxweiler R. Dinner address: trauma care systems-what the catch? J Trauma 1999; 47: S81-84.
160. West J, Williams M, Trunkey D, Wolferth C. Trauma systems: current status- future challenges. JAMA 1988; 259: 3597-3600.
161. Bazzoli G, Madura K. Inventory of Trauma Systems. Chicago: Hospital Research and Educational Trust. 1993.
162. Bazzoli G, Madura K, Cooper G, MacKenzie E, Maier R. Progress in the development of trauma systems in the United States: results of a national survey. JAMA. 1995; 273: 395-401.
163. Bass R, Gainer P, Carlini A. Update on Trauma System Development in the United States. J Trauma 1999; 47: S15-21.
164. Bazzoli G, Meersman P, Chan C. Factors that enhance continued trauma center participation in trauma system. J Trauma 1996; 41: 876-885.
165. Bazzoli G. Community-based trauma system development: key barriers and facilitating factors. J Trauma 1999; 47: S22-24.
166. Bazzoli G, Harmata R, Chan C. Communitybased trauma systems in the United States: an examination of structural development. Soc Sci Med 1998; 46: 1137-1149.
167. Mann N, Hedges J, Sandoval R, Worrall W, Zechnich AD, Jurkovich GJ et al. Trauma system impact on admission site: A comparison of two states. J Trauma 1999; 46: 631-637.
168. Mann C, Mullins R, MacKenzie E, Jurkovich G, Mock C. J. Trauma. 1999; 47: S25-33.
169. MacKenzie E. Review of evidence regarding trauma system effectiveness resulting from panel studies. J Trauma 1999; 47: S34-41.
170. Hoyt D. Use of panel study methods. J Trauma 1999; 47: S42-43.
171. Yang C, Chiu J, Lin M, Cheng M. Geographic variations in mortality from motor vehicle crashes in Taiwan. J Trauma 1997; 43: 74-77.
172. Augenstein J; Jacobs L, Cayten G, Mcgonigal M, Osler T. Trauma registry injury coding is superfluous: A comparison of outcome prediction based on trauma registry international classification of disease ninth revision (ICD-9) and hospital information system ICD-9 codes Discussion. J Trauma 1997; 43: 256-257.
173. Brenneman F, Boulanger B, Mclellan B, Redelmeier D. Measuring injury severity: Time for a change? J Trauma 1998; 44: 580-582.
174. Avi A, Yehonatan S, Alon S, Alexandra H, Arieh E. Do accidents happen accidentally? A study of trauma registry and periodical examination data-base. J Trauma 2001; 50: 20-23.
175. Champion H, Strauch G, Mcgonigal M. Comparison of the injury severity score and ICD-9 diagnosis codes as predictors of outcome in injury: Analysis of 44032 patients - Discussion. J Traumal997; 42: 487-489.
176. Champion Improvement in outcome from trauma center care. Arch Surg 1992; 127: 333-338.
177. Balogh Z, Offner P, Moore E, BifflW. NISS predicts postinjury multiple organ failure better than the lSS. J Trauma 2000; 48: 624-627.
178. West J, Williams M, Trunkey D, Wolferth C. Trauma systems: current status- future challenges. JAMA 1988; 259: 3597-3600.
179. Mancuso C, Barnoski A, Tinnell C, Fallon W. Using Trauma and Injury Severity Score (TRISS) - based analysis in the development of regional risk adjustment tools to trend quality in a voluntary trauma system: The experience of the Trauma Foundation of Northeast Ohio. J Trauma 2000; 48: 629-635.
180. Barie P. Prediction of outcome in intensive care unit trauma patients: A multicenter study of Acute Physiology and Chronic Health Evaluation (APACHE) Trauma and Injury Severity Score 34 (TRISS) and a 24-hour Intensive Care Unit (ICU) point system - Editorial comment. J Trauma 1999; 47: 329.
181. Norwood S, Fernández L, England J. The early effects of a rural program using the TRISS methodology: a three year retrospective study.J Trauma 1994;336: 395-400.
182. Barie P. Validation of an outcome prediction model for critically ill trauma patients without head injury - Editorial comment.J Trauma 1997; 43: 938-939.
183. Tyburski J, Bergstein J, Osler T. Predicting survival length of stay and cost in the surgical intensive care unit: APACHE II versus ICISS Discussion. J Trauma 1998; 45: 237-238.
184. Barie P, Hydo L. Lessons learned: Durability and progress of a program for ancillary cost reduction in surgical critical care. J Trauma 1997; 43: 590594.
185. Bouillon B, Lefering R, Vorweg M, Tiling T, Neugetauer E, Troidl H. H. Trauma score systems: Cologne validation study. J Trauma 1997; 42: 652-658.
186. AlWest T, Rivara F, Cummings P, Jurkovich G, Maier R. Harborview assessment for risk of mortality: An improved measure of injury severity on the basis of ICD-9-CM. J Trauma 2000; 49: 530540.
187. Croce M, Meredith J, Pasquale M, Mancuso C. Using Trauma and Injury Severity Score (TRISS) - based analysis in the development of regional risk adjustment tools to trend quality in a voluntary trauma system: The experience of the Trauma Foundation of Northeast Ohio - Discussion. J Trauma 2000; 48: 635-636.
188. Esposito T, Mackenzie E, Lucas C, Fry W. The end of the Injury Severity Score (ISS) and the Trauma and Injury Severity Score (TRISS): ICISS an International Classification of Diseases Ninth Revision-Based Prediction Tool outperforms both ISS and TRISS as predictors of trauma patient survival hospital charges and hospital length of stay - Discussion. J Trauma 1998; 44: 48-49.
189. Esposito T, Mullins R, Schwab W, Lewis F, Hunt J. Accuracy of administrative data in trauma: Splenic injuries as an example - Discussion. J Trauma 2000; 49: 686-688.
190. Garber B, Hebert P, Wells G, Pham B, Yelle J. Differential performance of TRISS-like in early and late blunt trauma deaths. J Trauma 1997; 43: 1-5.
191. Garthe E, States J, Mango N. Abbreviated injury scale unification: The case for a unified injury system for global use. J Trauma 1999; 47: 309323.
192. Guirguis E, Hong C, Liu D, Watters JM, Baillie F, McIntyre RW. Trauma outcome analysis of two Canadian centers using the TRISS method. J Trauma 1990; 30: 426-429.
193. Hanan E., Cayten G. Harborview assessment for risk of mortality: An improved measure of injury severity on the basis of ICD-9-CM - Comments. J Trauma 2000; 49: 540-541.
194. Hannan E, Farrell L, Gorthy S, Bessey PQ, Cayten CG, Cooper A et al. Predictors of mortality un adult patients with blunt injuries in New York state: A comparison of the Trauma and Injury Severity Score (TRISS) and the International Classification of Disease Ninth Revision-based Injury Severity Score (ICISS). J Trauma 1999; 47: 8-14.
195. Kim Y, Jung K, Kim C., Kim Y, Shin Y. Validation of the International Classification of Diseases 10th Edition-based Injury Severity Score (ICISS). J Trauma 2000; 48: 280-285.
196. Offner P. Differential performance of TRISS-like in early and late blunt trauma deaths - Editorial comment. J Trauma 1997; 43: 5-6.
197. Osler T, Bedrick E. An artificial neural network as a model for prediction of survival in trauma patients: Validation for a regional trauma area Editorial comment - Neural nets and outcome prediction in trauma: A better mousetrap? J Trauma 2000; 49: 221-223.
198. Osler T, Rogers F, Glance L, Cohen M, Rutledge R, Shackford SR. Predicting survival length of stay and cost in the surgical intensive care unit: APACHE II versus ICISS. J Trauma 1998; 45: 234-237.
199. Osler T, West A, Hauser C, Lewis F, Balogh Z. NISS predicts postinjury multiple organ failure better than the ISS - Discussion. J Trauma 2000; 48: 627-628.
200. Owen K, Bolenbaucher R, Moore M. Trauma registry databases: A comparison of data abstraction interpretation and entry at two level I trauma centers. J Trauma 1999; 46: 1100-1104.
201. Ruthledge R, Wiles C, Hammond J, McGonigal M. An artificial neural network as a model for prediction of survival in trauma patients: Validation for a regional trauma area - Discussion. J Trauma 2000; 49: 220-221.
202. Rutledge R, Hoyt D, Eastman B. Comparison of the injury severity score and ICD-9 diagnosis codes as predictors of outcome in injury: Analysis of 44032 patients. J Trauma 1997; 42: 477-487.
203. Rutledge R, Osler T. The ICD-9-Based Illness Severity Score: .A new model that outperforms both DRG and APR-DRG as predictors of survival and resource utilization. J Trauma 1998; 45: 791-799.
204. Rutledge R, Osler T, Emery S, Kromhoutschiro S. The end of the Injury Severity Score (ISS) and the Trauma and Injury Severity Score (TRISS): ICISS an International Classification of Diseases Ninth Revision-Based Prediction Tool outperforms both ISS and TRISS as predictors of trauma patient survival hospital charges and hospital length of stay. J Trauma 1998; 44: 41-48.
205. Saffle J. Differential performance of TRISS-like in early and late blunt trauma deaths. J Trauma 1997; 43: 6-7.
206. Vassar M, Lewis F, Chambers J, Mullins RJ, O'Brien PE, Weigelt JA et al. Prediction of outcome in intensive care unit trauma patients: A multicenter study of Acute Physiology and Chronic Health Evaluation (APACHE) Trauma and Injury Severity Score (TRISS) and a 24-hour Intensive Care Unit (ICU) point system. J Trauma 1999; 47: 324-329.
207. Trunkey D. Invited commentary: panel reviews on trauma mortality. J Trauma 1999; 47: S4445.
208. Clark D, Hahn D. Hospital trauma registries linked with population-based data. J Trauma 1999; 47: 448-454.
209. Clark B, Ryan L. Modeling injury outcomes using time-to-event methods. J Trauma 1997; 42: 11291134.
210. Di Russo S, Sullivan T, Holly C, Cuff S, Savino J. An artificial neural network as a model for prediction of survival in trauma patients: Validation for a regional trauma area. J Trauma 2000; 49: 212220.
211. Kobusingye O, Lett R. Hospital-based trauma registries in Uganda. J Trauma 2000; 48: 498502.
212. Osler T., Cohen M, Rogers F, Camp L, Rutledge R, Shackforf SR. Trauma registry injury coding is superfluous: A comparison of outcome prediction based on trauma registry international classification of disease ninth revision (ICD-9) and hospital information systemlCD-9 codes. J Trauma 1997; 43: 253-256.
213. Mitchell F, Thal E, Wolferth C. Analysis of American College of Surgeons trauma consultation program. Arch Surg 1995; 130: 583-584.
214. Jurkovich G Mock C. Systematic review of trauma system effectiveness based on registry comparison. J Trauma 1999; 47: S46-55
215. Mock C, Jurkovich G, Niiamonkotei D, ArreolaRisa C, Maier R. Trauma mortality patterns in three nations at different economic levels: Implications for global trauma system development. J Trauma 1998; 44: 804-814.
216. Cohn S, Poole G, Soderstrom C, Diamong D; Kaufmann C. A population-based study of trauma recidivism - Discussion. J Trauma 1998; 45: 331-332.
217. Kaufmann C, Branas C, Brawley M. A population based study of trauma recidivism. J Trauma 1998; 45: 325-331.
218. Mullins R, Mann C. Population-based research assessing the effectiveness of trauma systems. J Trauma 1999; 47: S59-68.
219. Rogers F, Osler T, Shackford S. A Population Based Study of Geriatric Trauma in a Rural State. J Trauma 2001; 50: 604-611.
220. Rogers F, Osler T, Shackford S. Population-Based Study of Hospital Trauma Care in a Rural State without a Formal Trauma System. J Trauma 2001; 50: 409-414.
221. Rogers F, Shackford S, Hoyt D, Camps L, Osler TM, Mackersie RC et al. Trauma deaths in a mature urban versus rural trauma system. Arch Surg 1997; 132: 376-382.
222. Rogers F, Shackford S, Osler T, Vane D, Davis J. Rural Trauma: The challenge for the next decade. J Trauma 1999; 47: 802-821.
223. Sariego J. Impact of a formal trauma program on a small rural hospital in Mississippi. Southern Medical Journal 2000; 93: 182-185.
224. Tuttlenewhall J, Rutledge R, Hultman C, Fakhry S. Statewide population-based time-series analysis of the frequency and outcome of pulmonary embolus in 318554 trauma patients. J Trauma 1997; 42: 90-99.
225. Mullins R, Mann C. Development of a systematic review of published evidence regarding the efficacy of trauma systems. J Surg Outcomes 1998; l: 45-53.
226. Hedges J. Summary of the discussion: what have we learned about population based investigations? J Trauma 1999; 47: S67-74.
227. Seguin J, Garber B, Coyle D, Hébert P. An economic evaluation of trauma care in a Canadian lead trauma hospital. J Trauma 1999; 47: S99-103.
228. Chambers L. The McMaster Health Index Questionnaire: an update. In: Walker S, Rosser R eds. Quality of Life Assessment: Key issues in the 1990s. Dordrecht Netherlands: Kluwer Academic Publishers. 1993; p. 131-149.
229. Torrance G, Feeny D. Utilities and quality adjusted life years. International Journal of Techno-
logy Assessment in Health care 1989; 5: 559575.
230. Car-Hill R. Background material for the workshop on QALYs. Assumptions of the QALY procedure. Soc Sci & Med 1989; 14: 289-297.
231. EuroQoL Group. EuroQoL- a new facility for the measurement of health related quality of life. Heal Policy 1990; 16: 199-208.
232. Guyatt G, Feeny D, Patrick D. Measuring health related quality of life. Ann Intern Med 1993; 118: 622-629.
233. Nathens A, Jurkovich G, Rivara F, Maier R. Effectiveness of state trauma systems in reducing injury-related mortality: A national evaluation. J Trauma 2000; 48: 25-30.
234. Nathens A, Jurkovich G, Cummings P, Rivara F, Maier R. The effect of organized systems of trauma care on motor vehicle crash mortality. JAMA 2000; 283: 1990-1994.
235. Barquist E, Pizzutiello M, Tian L, Cox C, Bessey P. Effect of trauma system maturation on mortality rates in patients with blunt injuries in the Finger Lakes Region of New York State. J Trauma 2000; 49: 63-69.
236. May J, Hemenway D, Oen R, Pitts K. Medical care solicitation by criminals with gunshot wound injuries: A survey of Washington DC jail detainees. J Trauma 2000; 48: 130-132.
237. Pasquale M, Peitzman A, Bednarski J, Wasser T. Outcome Analysis of Pennsylvania Trauma Centers: Factors Predictive of Nonsurvival in Seriously Injured Patients. J Trauma 2001; 50: 465-474.
238. Margulies D, Cryer G, McArthur D, Lee SS, Bongard FS, Fleming AW. Patient Volume per Surgeon Does Not Predict Survival in Adult Level I Trauma Centers. J Trauma 2001; 50: 597-603.
239. Cooper M, Borst C, Flint L. Financial analysis of an inner city trauma center: charges versus collections. Ann Emerg Med 1995; 14: 331.
240. Spain D, Richardson D, Carrillo E. Should trauma surgeons do general su rgery? J Trauma 2000; 48: 433-437.
241. Palmer S, Bader M, Qureshi A, Palmer J, Shaver T, Borzatta M et al. The Impact on Outcomes in a Community Hospital Setting of Using the AANS Traumatic Brain Injury Guidelines. J Trauma 2001; 50: 657-664.
242. Brain Trauma Foundation. Guidelines for the management of severe head injury. New York. Brain Injury Foundation. 1995.
243. Sesperez J, Wilson S, Jalaludin B, Seger M, Sugrue Ml. Trauma Case Management and Clinical Pathways: Prospective Evaluation of Their Effect on Selected Patient Outcomes in Five Key Trauma Conditions. J Trauma 2001; 50: 643649.
244. Vanbeeck E, Vanroijen L, Mackenbach J.P. Medical costs and economic production losses due to injuries in the Netherlands. J Trauma 1997; 42: 1116-1123.
245. Gwinnutt C, Driscoll P, Whittaker J. Trauma systems - state of the art. Resuscitation 2001; 48: 17-23.
246. Moini M, Rezaishiraz H, Zafarghandi M. Characteristics and outcome of injured patients treated in urban trauma centers in Iran. J Trauma 2000; 48: 503-507.
247. ArreolaRisa C, Mock C, Lojero Wheatly L, de la Cruz O, García C, Canavati-Ayub F et al. Lowcost improvements in prehospital trauma care in a Latin American city. J Trauma 2000; 48: 119124.
248. Marson A, Thomson J. The Influence of Prehospital Trauma Care on Motor Vehicle Crash Mortality. J Trauma 2001; 50: 917-921.
249. Ali J, Adam R, Gana T, Williams J. Trauma patient outcome after the prehospital trauma life support program. J Trauma 1997; 42: 1018-1021.
250. Ali J, Cohen R, Gana T, Albedah K. Effect on the advanced trauma life support program on medical students' performance in simulated trauma patient management. J Trauma 1998; 44: 588-591.
251. Blumenfeld A, Benabraham R, Stein M, Shapira S, Paret G, Rivkind A, Shemen J. Cognitive knowledge decline after advanced trauma life support courses. J Trauma 1998; 44: 513-516.
252. McSwain N. Trauma patient outcome after the prehospital trauma life support program - Editorial comment. J Trauma 1997; 42: 1021-1022.
253. Arfken C, Shapiro M, Bessey P, Littenberg B. Effectiveness of helicopter versus ground ambulance services for interfacility transport.J Trauma 1998; 45: 785-790.
254. Brathwaite C, Rosko M, Mcdowell R, Gallagher J, Proenca J, Spott MA. A critical analysis of onscene helicopter transport on survival in a statewide trauma system. J Trauma 1998; 45: 140144.
255. Cocanour C, Fischer R, Ursic C. Are scene flights for penetrating trauma justified? J Trauma 1997; 43: 83-86.
256. Cunningham P, Ruthledge R, Baker C, Clancy T. A comparison of the association of helicopter and ground ambulance transport with the outcome of injury in trauma patients transported from the scene. J Trauma 1997; 43: 940-946.
257. Gabram C, Esposito T, Smith J. A critical analysis of on-scene helicopter transport on survival in a statewide trauma system - Discussion. J Trauma 1998; 45: 144-146.
258. Grossman D, Kim A, Macdonald S, Klein P, Copass MK, Maier RV. Urban-rural differences in prehospital care of major trauma. J Trauma 1997; 42: 723-729.
259. Hawkins M. Surgical resource utilization in urban terrorist bombing: A computer simulation Editorial comment. J Trauma 1999; 47: 550.
260. Jacobs L, Schecter W, Hirsch E. Are scene flights for penetrating trauma justified? - Discussion. J Trauma 1997; 43: 86-88.
261. May A, McGwin G, Lancaster L, Hardin W, Taylor AJ, Holden S et al. The April 8 1998 tornado: Assessment of the trauma system response and the resulting injuries. J Trauma 2000; 48: 666672.
262. Minard G, Sugerman H, Klein S. Analysis of 372 patients with crush syndrome caused bu the Hanshin-Awaji earthquake - Discussion. J Trauma 1997; 42: 475-476.
263. Oda J, Tanaka H, Yoshioka T, Iwai A, Yamamura H, Ishikawa K et al. Analysis of 372 patients with crush syndrome caused by the Hanshin-Awaji earthquake. J Trauma 1997; 42: 470-475.
264. Sugerman H. Analysis of 372 patients with crush syndrome caused bu the Hanshin-Awaji earthquake - Editorial comment. J Trauma 1997; 42: 476.
265. Kuwagata Y, Oda J, Tanaka H, Iwai A, Matsuoka T, Takaoka M et al. Analysis of 2702 traumatized patients in the 1995 Hanshin-Awaji earthquake. J Trauma 1997; 43: 427-432.
266. Hulka F, Mullins R, Mann N, Heges JR, Rowland D, Worrall WH et al. Influence of a statewide trauma system on pediatric hospitalization and outcome. J Trauma 1997; 42: 514-519.
267. Faelker T, Pickett W, Brison R. Socioeconomic differences in chilhood injury: a population based epidemiologic study in Ontario Canada. Injury Prevention 2000; 6: 203-208.
268. Smith J, Frateschi L, Sloan E. The impact of volume on outcome in seriously injured trauma patients: two years experience of the Chicago Trauma System. J Trauma 1991; 30: 1066-1076.
269. Gofin R, Adler B, Hass T. Incidence and impact of childhood and adolescent injuries: A populationbased study. J Trauma 1999; 47: 15-21.
270. Anke A, Stanghelle J, Finset A, Roaldsen KS, Pillgra-Larse J, Fugl-Meyer AR. Long-term prevalence of impairments and disabilities after multiple trauma. J Trauma 1997; 42: 54-61.
271. Myers J, Dent D, Stewart R, Gray GA, Smith DS, Rhodes JE et al. Blunt splenic injuries: Dedicated trauma surgeons can achieve a high rate of nonoperative success in patients of all ages. J Trauma 2000; 48: 801-805.
272. Mock C. Epidemiology of childhood injury - Comment. J Trauma 1998; 44: 511-512.
273. Osler T, Vane D, Tepas J, Rogers FB, Shackford SR Badgers GJ. Do pediatric trauma centers have better survival rates than adult trauma centers? An examination of the rational pediatric trauma registry. J Trauma 2001; 50: 96-99.
274. Ramenofsky M, Hall J, Gubler K. Do pediatric trauma centers have better survival rates than adult trauma centers? An examination of the rational pediatric trauma registry - Discussion. J Trauma 2001; 50: 99-101.
275. Shatz D, Zhang C, McGrath M. Effect of a curfew law in juvenile trauma. J Traumal999; 47: 10131017.
VOL 18, 2004 SISTEMAS DE TRAUMA 83
276. Vandersluis C, Kingma J, Eisma W, Tcnduis H. Pediatric polytrauma: Short-term and long-term outcomes. J Trauma 1997; 43: 501-506.
277. Waller P, Eribes C. Children dying in car trunks: how adequatc are child deaths database. Injury Prevention 2000; 6: 171-174.
278. Chesnut R, Carney N, Maynard H, Patterson P, Mann C, Helfand M. Evidence rcport on rchabilitation of pcrsons with traumatic brain injury. Agcncy for health care policy and research. Contract # 290-97-0018. Orcgon Health Scienccs University Evidence- Based Practice Centcr. Portland Oregon. July 1998.
279. Bochicchio G, Joshi Mi, Knorr K., Scalca T. Impact of Nosocomial Infcctions in Trauma: Docs Agc Make a Differcnce? J Trauma 2001; 50: 612- 619 .
280. Broughton G, llagan M, Jaffin J. Picturc Archiving Communication Systcm docs not dccrease thc number of radiographs nccded to evaluatc the trauma paticnt. J Trauma 1998; 44: 166-170.
281. Pcrdue P, Watts D, Jaufmann C, Trask A. Differcnccs in mortality bctwcen clderly and youngcr adult trauma patients: Gcriatric status increascs risk of delayed death. J Trauma 1998; 45: 805- 810 .
282. Sartorclli K, Rogers F, Oslcr T, Shackford SR, Cohen M, Vanc DW. Financial aspects of providing trauma care at the extremes of lifc. J Trauma 1999; 46: 483-487.
283. Tcpas J. Veldenz H, Lottenberg L, Romig LA, Pcarman A, Hamilton B et al. Elderly injury: A profilc of trauma experience in thc sunshine (rctircment) state. J Trauma 2000; 48: 581-584.
284. Trunkey D, Demarest G, Davis J. Elderly injury: A profilc of trauma cxpcrience in thc sunshine (rctircmcnt) state - Discussion. J Trauma 2000; 48: 584-586.
285. Battistella F, Din A, Pérez L. Trauma paticnts 75 years and oldcr: Long-term follow-up results justify aggressive management. J Trauma 1998; 44: 618-623.
286. Davis J, Kaups K. Base dcficit in the elderly: A marker of severe injury and death. J Trauma 1998; 45: 873-877.
287. Nagy K, Smith R, Roberts R, Joseph KT, An GC, Bokhari F et al. Prognosis of penctrating trauma in elderly patients: A comparison with youngcr patients. J Trauma 2000; 49: 190-193.
288. Sterling D, Oconnor J, Bonadies J. Gcriatric falls: Injury sevcrity is high and disproportionate to mechanism. J Trauma 2001; 50: 116-119.
289. Cocanour C, Moore F, Ware D, Marvin R, Duke J. Age should not be a considcration for nonoperative managcment of blunt splenic injury. J Trauma 2000; 48: 606-610.
290. Tornetta P, Mostafavi H, Tiina J, Ture C, Reimer B, Levibe R et al. Morbidity and mortality in elderly trauma patients.J Trauma 1999; 46: 702706.
291. Taheri P, Iteld L, Michaels A, Edelstein S, Di Ponio L, Rodeíguez JL. Physician resource utilization after geriatric trauma. J Trauma 1997; 43: 565568.
292. Kaudcr D, McGonigal M, Brotman S, Scalea T, Nagy K. Prognosis of penetrating trauma in elderly patients: A comparison with younger patients - Discussion. J Trauma 2000; 49: 193-194.
293. Kcnncdy F, West M, Ravinovici R. Age should not bc a consideration for nonoperative management of blunt splenic injury - Discussion. J Trauma 2000, 48: 610-612.
294. Lipesett P, Swoboda S, Campbell K. et al. Sickness impact profile score vcrsus a modified shortform survey for functional outcomc assessmcnt: Acceptability reliability and validity in critically ill patients with prolonged intensivc carc unit stays. J Trauma 2000; 49: 737-743.
295. Machiedo G, Byers P, Mullins RP. Physician resource utilization after geriatric trauma - Discussion. J Trauma 1997; 43: 568-569.
296. Maier R, Brotman S, Simon R, Hall J, Shapiro M, Mycrs J. Blunt splenic injuries: Dedicated trauma surgeons can achievc a high ratc of nonoperativc succcss in patients of all ages - Discussion. J Trauma 2000; 48: 805-806.
297. McGwin G, Mclton S, May A, Rue L. Long-term survival in the elderly after trauma. J Trauma 2000; 49: 470-476.
298. Miller R, Mullins R, Maull K, Ledgerwood A, Battistclla F. Trauma patients 75 years and oldcr: Long-term follow-up results justify aggressivc managemcnt - Discussion. J Trauma 1998; 44: 623-624.
299. Bulger E, Arneson M., Mock C, Jurkovich G. Rib fractures in the elderly. J Trauma 2000;48: 1040-1046.
300. Khetarpal S, Steinbrunn B, McGonigal M, Stafford R, Ney Al, Kalb DC ct al. Trauma faculty and trauma tcam activation: Impact on trauma system function and patient outcomc. J Trauma 1999; 47: 576-581.
301. Luchettc F, Kelly B, Davis K, Johaningman J, Heink N, James L et al. Impact of thc in-house trauma surgeon on initial patient care outcome and cost. J Trauma 1997; 42: 490-495.
302. McCarthy M, Mattox K, Baker C. Impact of the inhouse trauma surgeon on initial patient care outcomc and cost - Discussion. J Trauma 1997; 42: 495-497.
303. Miller W, Riehl E, Napicr M, Barber K, Dabidcen H. Use of physician assistants as surgery/trauma housc staff at an Amcrican College of Surgeonsverified Level II trauma center. J Trauma 1998; 44: 372-376.
304. Moore E, Maull K, Borzotta A. Impact of trauma attending surgeon casc volumc on outcome: Is more better? - Discussion. J Trauma 1998; 44: 271-272.
305. Moore E, McGonigal M, Rhodes M. In-house versus on-call attending trauma surgeons at comparable level I trauma centers: A prospective study - Discussion. J Trauma 1999; 46: 540-542.
306. Richardson D., Schmieg R, Boaz P, Sapin DA, Wohltmannn C, Wilson MA et al. Impact of trauma attending surgeon case volume on outcome: Is more better? J Trauma 1998; 44: 266-271.
307. Richardson D, Miller F. Will future surgeons be interested in trauma care? Results of a resident survey. J Trauma 1992; 32: 229-235.
308. Tepas J, Patel J, Discala C, Wears R, Veldenz H. Relationship of trauma patient volume to outcome experience: Can a relationship be defined? J Trauma 1998; 44: 827-831.
309. Carrico C, Thomason M, Angood P, Deane S, Esposito T. Trauma care fellowships: Current status and future survival - Discussion. J Trauma 1998; 44: 91-92.
310. Rhodes M, Fakhry S, Long W. Time and motion: A study of trauma surgeons' work at the bedside during the first 24 hours of blunt trauma care Discussion. J Trauma 1999; 46: 763-764.
311. Demarest G, Scannell G, Sanchez K, Dziwulski A, Qualls C, Schermer CR et al. In-house versus oncall attending trauma surgeons at comparable level I trauma centers: A prospective study. J Trauma1999; 46: 535-540.
312. Eastman B, Strauch G, Lucas C. Should trauma surgeons do general surgery? - Discussion. J Trauma 2000; 48: 437-438.
313. Fakhry S, Watts D. What's a trauma surgeon worth? A salary survey of the Eastern Association for the Surgery of Trauma. J Trauma 2000; 49: 833-838.
314. Gabram S., Esposito T, Monis R., Mendola R, Gamelli R. Trauma care fellowships: Current status and future survival. J Trauma 1998; 44: 86-91.
315. Grossman M, Schwab C, ChuRodgers S, Kestner
M. Time and motion: A study of trauma surgeons' work at the bedside during the first 24 hours of blunt trauma care. J Trauma 1999; 46: 757-763.
316. Hoff W, Reilly P, Rotondo M, Digiacomo J, Schwab W. The importante of the commandphysician in trauma resucitation. J Trauma 1997; 43: 772-777.
317. Hoyt D, Moore E. Shackford S, Holcroft J, Jurkovich G. Trauma surgeon's leadership role in the development of trauma systems. J Trauma 1999; 46: 1142.
318. Iserson K. Nonstandard advance directives: A pseudoethical dilemma. J Trauma 1998; 44: 139-142.
319. Fallon W. Surgical lessons learned on the battlefield. J Trauma 1997; 43: 209-213.
320. Hill D, Delaney L, Roncal S. A chi-square automatic interaction detection (CHAID) analysis of factors determining trauma outcomes. J Trauma 1997; 42: 62-66.
321. Hunt J, Cherr G, Hunter C, Wright MJ, Wang YZ, Steeb G et al. Accuracy of administrative data in trauma: Splenic injuries as an example. J Trauma 2000; 49: 679-686.
322. McCarthy M, Pasquale M, Barie P, Bergsein J, Trooskin S. Case-matching methodology as an adjunct to trauma performance improvement for evaluating lengths of stay and complications Discussion. J Trauma 1999; 47: 1026-1027.
323. Mueller C. Picture Archiving Communication System does not decrease the number of radiographs needed to evaluate the trauma patient - Comment. J Trauma 1998; 44: 170.
324. Pitts L, Brotman S, Cunningham P. Emergency craniotomy in a rural Level III trauma center - Discussion.J Trauma 1998; 44: 989-990.
325. Rinker C, MacMurry F, Groeneweg V, Bahnson FF, Banks KL, Gannon DM. Emergency craniotomy in a rural Level III trauma center. J Trauma 1998; 44: 984-989.
326. Rogers F, Reath D, Spain D. A prospective study of predictors or disability at 3 month after non-central nervous system trauma. J Trauma 1998; 44: 642-643.
327. Sicignano A, Giudici D. Probability model of hospital death for severe trauma patients based on the simplified acule physiology score I: Development and validation. J Trauma 1997; 43: 585589.
328. Richmond T, Kauder D, Schwab W. A prospective study of predictors or disability at 3 month after non-central nervous system trauma. J Trauma 1998; 44: 635-642.

Document Viewer