PARA UNA BUENA PRAXIS...

Título

PARA UNA BUENA PRAXIS...

Autor

Horacío Fontana
Juan Jose Mezzadrí

Fecha

Diciembre 2005

Texto

EDITORIAL
PARA UNA BUENA PRAXIS...

Para una BUENA PRAXIS es imprescindible saber pero, ¿Qué es saber? Esta pregunta parece fácil, pero es difícil de responder. "Tener conocimiento de algo" es lo primero que se nos ocurre. Y asociamos conocimiento con información. En seguida nos damos cuenta que tener conocimiento (cuanto más profundo y actualizado, mejor), forma parte importante de saber, pero no lo es todo. Hay personas que "saben" mucho, pero son poco sabios.
Saber implica poder resolver problemas. Es parecido a ser inteligente. Implica situaciones en las que nos involucramos, y acciones que debemos realizar o inhibir en cada momento, de acuerdo al desarrollo de las circunstancias. Tiene una implicancia temporal. Saber es saber que hacer en cada momento. El saber se demuestra en la práctica. Poder aplicar el conocimiento oportuno cada vez. Anticipar en la representación mental de una situación, los pasos venideros. Tener la flexibilidad suficiente para cambiar los esquemas de acción de acuerdo a las circunstancias, en orden a obtener el objetivo deseado. Por la contraria, saber es nunca ser torpe.
Es un tipo de conocimiento que, aunque la incluye, no es información y que es muy difícil de verbalizer; por eso, no se puede ser medico sabiendo navegar Internet.
Saber implica tener experiencia, además de conocímíento. Este es otro gran tema. Hay personas que tienen mucha experiencia, y sin embargo, se ye que no saben. Hay que aprender a aquilatar La experiencia. Aprender a meditar sobre lo sucedido y lo hecho, repasar el conocimiento, confrontándolo alas circunstancias vividas. Analizar minucíosamente los resultados, y aprender de todo ello.
,Estamos capacitados para analizar minuciosamente nuestros resultados? Yo diria clue en general, no. Si observamos lo que se publica, incluso en el exterior, veremos la superficialidad con que se los trata. Es un mal de nuestro tiempo. Escuchamos una conferencia de una persona grande, que habla en otro idioma y muestra fotos y cuadros deslumbrantes, con unos resultados ridículos en patologias consideradas dificiles por toda la comunidad neuroquirúrgica, y lo aceptamos, casi con indiferencia, por costumbre.
"Un clinico puede publicar sus buenos resultados. Debe publicar los malos" (Penfield W, Arch Neurol 1974:31:145-54) (negrita a cargo nuestro). ¿Quién cumple o ha cumplido alguna vez con este mandato de Penfield?
La clinimetría nos ofrece escalas para casi todo (Feinstein, A. Ann Int Med 1983;99:843-8), pero estas escalas deben ser bien usadas, además de preguntarnos si realmente sirve un número. Si el número puede expresar adecuadamente una situación cualitativa, como es un deficit o un conjunto de ellos, y finalmente, sí está de acuerdo con to que se hizo, ya que estamos hablando de saber, y si nos permite relacionar nuestro res ultado, con la gravedad de la patologia que el paciente presentaba (para lo cual usamos otra escala). Este abordaje recién está siendo reconocido últimamente (Mendelow DA et al. Lancet 2005; 365: 387-97). Por eso, los estudios que evalúan la calidad de vida, tan de moda, pueden arrojar resultados engañosos. El informante, habitualmente el mismo paciente, puede carecer de un "insight" adecuado, y sentirse mejor de lo que realmente está, o puede sentirse fatal, y con ideas suicidas, por la calidad de vida que lleva (Buchanan KM et al. Neurosurgery, 2000; 46: 831-40), sin tener en cuenta (porque muchas veces no lo conoce) el estado en que la enfermedad tratada lo habia sumido.
Para entender la verdadera situación del paciente se requiere de una determinada sensibilidad. Darse cuenta de la discapacidad que presenta, comprendiendo su contexto. ¿Puede el mismo cirujano desarrollar esta sensibilidad? Esta puede estar "embotada", sobre todo cuando hay que detectar un deficit no deseado o devolvemos al paciente a un contexto no considerado previamente.
Una vez confrontados los resultados con lo efectuado, es necesario ejercer una autocrítica rigurosa, que nos permita it perfeccionando nuestro accionar.
La sabiduria es una vírtud que implica para coda situación, un conocimiento profundo del "qué" y del "cómo" y entonces, "si es conocimiento, deberia poder enseñarse"...( Platen. Menón. Universidad Nacional Autó- noma de Mexico. Mexico DF: Ciudad Universitaria, 1986).
Un conjunto de otras virtudes apoyan a la sabiduria (seguro se me escapa más de una): honestídad, valor,
prudencía, modestía, ecuanimídad, picardía. nos
parece? Consideremos sus contrarias y veamos si nos pueden llevar a un acto de sabiduria: deshonestidad, cobardia, imprudencia, soberbia, apasionamiento, estupidez.
Por todo lo dicho, llegar a saber es el resultado de un proceso a partir de algunas capacidades elementales, un gran esfuerzo personal, dedicación, tiempo, y un ambiente que lo favorezca.
Siendo todo tan complejo ,puede un hombre ser condenado por una falta de sabiduria? De todo esto parece tratar, en su fondo, nuestra práctica cotidiana (y la de los que la juzgan, o la de aquellos a los que nos toca, ocasionalmente, juzgar).
Para ayudar en este proceso hemos decidido cambiar la diagramación interna de la RANC, tratando de aprovechar el espacio para que se puedan incluir más trabajos, en sintonia con la mayor llegada de articulos y darle además a nuestra revista, un aspecto más moderno.

Horacío Fontana
Juan Jose Mezzadrí
Dírectores

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