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Rev. argent. neurocir. v.21 n.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires abr./jun. 2007
Juan Carlos Salaberry 1950-2007
El lunes 14 de mayo de 2007 falleció, a los 57 años de edad, de manera repentina e inesperada el Dr. Juan Carlos Salaberry, quizás uno de los más brillantes neurocirujanos de la actualidad.
Inteligente, estudioso, con una gran exigencia hacia sí mismo y perfeccionista, características heredadas a su vez de una familia austera y exigente.
Constantemente incorporaba nuevas técnicas quirúrgicas, para enfrentar con determinación todo tipo de patología neuroquirúrgica, haciéndolo figurar de esta manera como un neurocirujano innovador y de primera línea.
Es difícil reseñar brevemente su extensa trayectoria profesional.
Nacido en Buenos Aires, se graduó de médico a los 21 años en la UBA.
Hizo su primer año de prerresidencia en la I Cátedra de Cirugía del Hospital Argerich.
Posteriormente ingresó en el Instituto Costa Buero, Primera Cátedra de Neurocirugía, en 1972, siendo Jefe de Residentes por dos períodos consecutivos hasta 1977.
En aquellos inicios, prestigiosos y sobresalientes neurocirujanos, colaboraron en su formación, como los doctores Raúl Matera, Rubén Perino, Carlos Pardal, Rogelio Driollet Laspiur, Enrique Pardal y Juan Carlos Christensen, entre tantos otros reconocidos profesionales de gran trayectoria en estos últimos años.
Sobresalió por sus conocimientos diagnósticos, en una época en donde no existía la tomografía computada y menos aún la resonancia magnética, con la utilización de la arteriografía por punción directa, la neumoencefalografía, la ventriculografía y la mielografía.
A partir 1976 fue neurocirujano del Servicio de Neurocirugía del Sanatorio Antártida, en donde fue Jefe de Servicio desde 1995 al 1998.
También fue médico del Hospital Policial "Churruca -Vizca" desde 1977 hasta 1995, ocupando los cargos de Jefe de Clínica, Subjefe y Jefe de Servicio Interno sucesivamente.
En 1994 ingresó a FLENI, siendo Jefe del Servicio de Neurocirugía desde 1999 hasta su fallecimiento. Fue autor de numerosos trabajos científicos y publicaciones en congresos y revistas especializadas, en el plano nacional e internacional.
Quienes pudimos conocerlo supimos de su pasión por la cirugía.
En el quirófano se sentía a gusto, feliz y se podía apreciar otra faceta de su personalidad. Era ocurrente, divertido, amable y generoso.
Los acontecimientos sociales no eran precisamente de su agrado. Difícilmente concurría a algún evento y si en alguna ocasión muy particular asistía, era un gesto que debía ser tomado como un gran halago y consideración.
Podríamos decir que su trayectoria es ampliamente reconocida por sus pares y si acaso no brilló aún más se debió a su humildad, sencillez y bajo perfil que lo hacía preferir pasar desapercibido.
Su vocación por la docencia estaba volcada fundamentalmente en la formación de los residentes de neurocirugía.
Daba el ejemplo con la permanente lectura de las últimas actualizaciones de la especialidad. Humanamente era un grande de principios éticos y morales intachables.
Disfrutaba estando en los barrios en donde había nacido entregando su afecto y solidaridad para todo aquél que lo necesitara, sin importar su condición social, y así recibía recíprocamente el cariño, gratitud y reconocimiento de todos.
Su muerte deja un gran vacío para todos sus seres queridos y para todos nosotros que compartíamos diariamente la vida con preocupaciones, angustias, alegrías y horas de quirófano.
¡Todos nosotros vamos a extrañar su presencia! Cariñosamente "Pelusa" o "loco" te vamos a recordar siempre.
Por último, y fiel a su estilo, a pesar de haberlo conocido a lo largo de 31 años, nos ha dejado algunas incógnitas que misteriosamente él sabía guardar de manera impenetrable.
Santiago Condomí Alcorta