Título
Autor
Fecha
Texto
¿Quo Vadis, Domine?
Estimados lectores:
Junto con el tercer número anual de nuestra revista, encontraran interesantes artículos sobre variados temas de la especialidad, incluyendo dos trabajos de Categoría Junior que obtuvieron sendos primer premio y premio accésit, en las Jornadas Anuales de la AANC organizadas por la CD presidida por el Dr. Abraham Campero y que tuvieron lugar en Buenos Aires en el pasado mes de Agosto.
Los trabajos corresponden al Servicio de Neurocirugía del Hospital el Cruce de Florencio Varela (abordaje orbitocigomático en dos piezas), y al Centro Endovascular Buenos Aires (Influencia embriológica en el desarrollo de aneurismas del circuito basilar posterosuperior).
Debemos decir con satisfacción a 8 meses de asumir la conducción de la RANC, que la respuesta de los lectores ha sido altamente satisfactoria en cuanto a la remisión de trabajos para su publicación, y esperamos que a medida que se agilicen los mecanismos de envío y corrección on-line, la oferta y la calidad de las publicaciones se vaya acrecentando en la misma proporción.
Al mismo tiempo, nos hallamos en tratativas con SNI Internacional, a fin de intentar reducir los costos de publicación de los trabajos que ingresen en SNI a través de la Revista Argentina, fundamentalmente para aquellos preparados por los residentes de nuestra Asociación, con una tarifa que oscilaría entre los
us$ 250 para los artículos originales y us$ 100 para los case reports, contra los us$ 500 de la tarifa que se maneja actualmente.
Pero me parece oportuno que este editorial ante la circunstancia histórica única, y tal vez irrepetible, de haber resultado electo por primera vez en veinte siglos un Papa argentino, rescate algunas reflexiones que el por entonces Cardenal Jorge Bergoglio nos dejara durante su arzobispado.
Así como Pedro regresando a Roma encuentra la luz que lo guiará hacia su fatídico destino, no sin antes transformarse en la piedra fundacional de la Iglesia Católica, de la misma manera nuestra generación se halla transitando un camino similar, intentando encontrar la luz orientadora en su devenir humano y profesional.
Inmerso en una crisis moral de envergadura impensable años atrás, nuestro país debate intensamente que medidas aplicar para poner freno a los modernos flagelos que hoy nos azotan, como las plagas bíblicas azotaron Egipto en los tiempos de Moisés.
En nuestros días, la corrupción, la banalidad, la inseguridad, la drogadicción, la superficialidad del conocimiento científico, el déficit educacional a todo nivel, la precariedad profesional y la falta de apego a cualquier norma, junto con un sentido ético cuasi ausente, son las modernas plagas de una sociedad que se autodestruye diariamente como el psicópata, con conciencia de situación y sin conciencia de enfermedad.
No podría esperarse en este contexto, que la Neurocirugía Argentina constituyese una isla inmune a estas circunstancias.
Estamos convencidos que la Asociación Argentina de Neurocirugía y su Órgano Oficial de Difusión, deben ser las primeras líneas defensivas para tratar de combatir algunos de estos vicios, que nos afligen y se expanden.
La corrupción a nivel médico se halla indudablemente dispersa a todo nivel, y en todas las especialidades.
El avance incesante de la industria, presionando sobre los profesionales con dispositivos novedosos y por lo general onerosos, hace que muchos de ellos, fundamentalmente jóvenes, se vean tentados a utilizar cualquiera de estos elementos, muchas veces con el solo fin de acrecentar un patrimonio económico que se ha deteriorado a causa de los bajos salarios, que no hemos podido mejorar en los últimos veinte años a pesar de reiterados intentos a nivel institucional.
El tema es particularmente preocupante en el área de las enfermedades raquimedulares, donde es evidente que la sobre indicación de elementos protésicos, se ha vuelto una práctica constante en nuestra especialidad. La asociación debe y puede tomar cartas en este asunto. La revista, también. Ambas, partiendo de la crítica bienintencionada y sostenida hacia los trabajos que se presenten en las reuniones científicas con este tipo de criterios de sobre instrumentación, casi siempre injustificados, tienen un rol y una responsabilidad indelegables.
La banalidad y la superficialidad en el conocimiento científico no son males menores.
El Comité Editorial de nuestra revista debe esforzarse al máximo para evitar caer en excesos, tanto de aceptación de trabajos con contenidos defectuosos o reiterados, como en el rechazo injustificado de trabajos originales y de calidad, que por defectos de forma, muchas veces originados en falta de control de los supervisores que necesariamente deben intervenir en la preparación de los mismos, requieren de variados procesos de mejoramiento que retrasan y hasta incluso invalidan su publicación en la RANC.
Quienes asimismo tengan la enorme responsabilidad de efectuar comentarios de los trabajos a publicar, deben cumplir con esta tarea en tiempo y forma, excusándose de la misma si por razones de fuerza mayor la tarea los supera o el tiempo del que disponen es insuficiente.
El déficit educacional por el que atraviesa nuestra patria es innegable, partiendo de las cifras oficiales que indican que solo el 38% de los niños que inician el ciclo primario, completan la secundaria en nuestro país.
Esto se refleja ulteriormente en el bajo nivel advertible en las cursadas de pregrado, de las cuales somos absolutamente responsables.
Aquí también, la AANC puede ejercer una influencia benéfica, evaluando periódicamente las unidades docentes y reuniéndose con los encargados de enseñanza por regiones, para tratar de unificar criterios de enseñanza y evaluación, insistiendo sobre el contacto médico paciente y la actividad práctica que debe complementar en las escasas dos semanas de cursada, la actividad teórica clásica, labor práctica tantas veces subestimada y de tanta importancia en patologías complejas como las que habitualmente nos vemos obligados a manejar.
Nuestro deber como colegiados, por último, nos impone velar por el respeto a las relaciones éticas interpares para que estas se cumplan religiosamente, logrando de esta manera un apego a las normas que es el requisito sine qua non para el normal desenvolvimiento de una sociedad civilizada.
¿Quo Vadis Domine?
Es desde el ejercicio de nuestras cargas publicas dirigenciales, desde la asociación o la revista, que podremos señalar un sendero como el que buscó Pedro, para evitar que se haga realidad en nuestro querido país aquella estrofa del Va pensiero de Verdi, cuando un coro de desdichados se lamenta en una melodía inolvidable de la lejanía de la patria, si bella e perduta….
Sin duda, está en nosotros la tarea de ir revirtiendo progresivamente pero sin pausas y desde cada puesto de trabajo esta preocupante realidad.
Hasta el próximo número.
Marcelo Platas
Director
Revista Argentina de Neurocirugía