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REV ARGENT NEUROC | VOL. 29, N° 4 | 2015

ENTREVISTA


Doctor Armando Basso


Entrevista con el Dr. A. Basso, Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, ex Presidente de la Federación Mundial de Sociedades de Neurocirugía y actual Director del Instituto de Neurocirugía de Buenos Aires y de la Fundación Instituto de Neurociencias.
En la nueva sede de la AANC y con la presencia del Presidente de la misma Dr. Rafael Torino, se desarrolló en un agradable clima.

¿Cómo fueron sus comienzos en el área de la medicina y posteriormente en la especialidad?
Cuando terminé el secundario en el Nacional Sarmiento de Buenos Aires en realidad no tenía la idea de ser médico, siempre quise ser ingeniero y me interesaba en particular la física teórica, en 1950 después de dar el examen de ingreso a la Facultad de Ciencias Exactas, hice un año de física. La física nuclear me apasionaba y ya desde muy joven leía bastante, pertenecía a la Asociación Juvenil Argentina convocado por Félix Luna que era el director. Recuerdo que a los 15 años dicté una conferencia sobre la Tecnología Nuclear a un público no solamente de jóvenes sino también a profesionales interesados en el tema. Me iba muy bien, pero ocurre un hecho que cambia mi destino; un pariente mío, que era el Presidente del Sanatorio Anchorena y el resto de mi familia que también eran del ambiente médico, luego de una reunión familiar me convencieron de estudiar medicina, ya que veían como mas promisoria esa carrera para mi futuro, de manera que solamente tuve que rendir biología y así entré en la carrera.
Inmediatamente me interesó la anatomía y en particular el sistema nervioso, entré a la Cátedra del Prof. Dr. Eugenio A. Galli, y en el examen final me preguntan sobre las vías y centros nerviosos; saqué 10 y después de las felicitaciones el Prof. Galli me aceptó como ayudante en uno de los 3 salones que tenía la cátedra, enteramente dedicado al SNC pasé varios años trabajando en anatomía y también paralelamente fui ayudante en Física Biológica.
En ese momento mi familia decide ir a vivir a Mar del Plata, y yo me mudé con mi abuela y consigo un practicantado pago, con guardia los días jueves en el antiguo , Hospital Nacional de Alienadas, lo que se conoce hoy en día como Hospital Moyano. Mi familia vivía afuera de Buenos Aires, de manera que yo vivía prácticamente en el Hospital, me relacioné con los propios B. Moyano y con el Dr. Diego Outes, ambos eminentes neuropatológos y neuroanatomistas, que me sumergieron en las profundidades del cerebro pues eran sabios muy exigentes. Al mismo tiempo hacía guardias como practicante de cirugía en el Hospital de San Isidro, de tal manera que combiné las dos cosas, el sistema nervioso que siempre me apasionó en su aspecto anatómico y funcional, y la cirugía. En ese hospital psiquiátrico, el actual Moyano, había una sala de cirugía y un día conozco al Dr. Julio Lyonnet, que venía desde la U. N. de la Plata y pregunto a los practicantes quien era capaz de hacer algo quirúrgico, porque eran todos psiquiatras, y por supuesto me ofrecí y ahí, comencé con mis primeras armas en neurocirugía en virtud que ya tenía cierta experiencia en cirugía general. Con Lyonnet vi por primera vez en un vivo la duramadre y cuando él estaba dando los puntos de cierre, recuerdo que me dijo luego de extirpar un meningioma: hay que hacerlo con cuidado porque esta es la camiseta del alma. Una frase que nunca olvidaré.
Posteriormente en el año 1958 viaje a los Estados Unidos a New York, becado por la American Cyanamid, para llevar a cabo un Programa de investigación en Farmacología ya que en ese momento yo me desempeñaba como ayudante rentado en la Cátedra de la Facultad de Medicina de la UBA. En New York me conecté con médicos argentinos que me propusieron trabajar en el Hospital Beth Israel de Manhattan como “médico” adscripto pues yo aún no había cursado en Buenos Aires la última materia. Fue una muy linda época. Ser joven y estar en New York fue para mi excepcional porque entre otros pude disfrutar de verlo y oírlo tocar en vivo a Oscar Peterson, que para un amante del Jazz como yo fue inolvidable.
Volví a la Argentina y nuevamente a cursar neurocirugía, el examen final me lo tomó Osvaldo Betti; me acuerdo que su figura, actitud y vestimenta negra inspiraba gran respeto. Al recibirme de médico comencé a trabajar en el Sanatorio Anchorena como jefe de médicos internos convocado por mi tío Ítalo Basso. El Prof. German Hugo Dickmann operaba allí y fue el quien me convocó para trabajar en el Costa Buero donde comenzó mi carrera neuroquirúrgica “oficial” como médico de guardia y planta. El Instituto Costa Buero era la institución más importante de la neurocirugía en la Argentina, junto con el servicio del Dr. Juan Carlos Christensen en el Hospital Rawson y el de Raúl Carrea en el Hospital de Niños. Me incorporé en el sector de neurocirugía funcional a cargo de Rogelio Driollet Laspiur cerca de un año y pasé luego con Lorenzo Amezua, quien estaba particularmente interesado en el estudio y tratamiento de los tumores de hipófisis, eran tiempos en que estas cirugías tenían malos post operatorios en razón de la falta de estudios complementarios para lograr un diagnóstico precoz y por la falta de medicación sustitutiva. En ese momento llegó a mis manos la monografía del profesor Gerard Guiot, presentada en 1957 a la Sociedad de Neurocirugía de Lengua Francesa sobre la cirugía de los tumores de hipófisis por vía trans esfenoidal con resultados alentadores en 47 casos. Decidí que debía viajar para trabajar con él, y logré a través de una carta personal dirigida a Guiot, que en ese momento hice traducir, y fue con sorpresa que recibí a los 3 meses una contestación del propio Guiot aceptándome, y esta vez Dickmann y Amezúa estuvieron de acuerdo y gané posteriormente una beca de la Embajada de Francia. Fue un examen difícil frente a mas de 200 postulantes; en año 1965 llegué a París por suerte en el momento exacto y en el lugar exacto, el profesor Guiot era el principal exponente mundial de la nueva neurocirugía de hipófisis, fue gracias a él y a su discípulo Jules Hardy de Canadá que se descubrieron los micro adenomas hipofisarios responsables de patologías poco claras hasta ese momento. También trabajé con Guiot en Cirugía Funcional del Parkinson.
Durante mi estadía en Francia realicé lo que se conoce como un “PhD”, o un diploma de estudios profundos en neurofisiología, con uno de los maestros más grandes de toda la historia de la neurofisiología, Madame Denise Albe Fessard, recuerdo además que fui uno de los participantes en el estudio de la somatotomía de los núcleos talámicos en el hombre mediante electrodos profundos., Comencé a preparar en esa época mi Tesis sobre los adenomas de la hipófisis, trabajando junto a David Zambrano, discípulo del Prof. De Robertis.
Guiot, en el año 1966, me envía a Canadá con J. Hardy a investigar sobre los microadenomas hipofisarios.
Comencé, además, a desarrollar en París todo lo que en esa época era muy nuevo, que era la microneurocirugía, es decir, la utilización del microscopio quirúrgico que era prácticamente desconocido entonces para su utilización en la práctica neuroquirúrgica y que nos permitió llevar adelante procedimientos de lo que podríamos llamar “mínima invasión”, a través de abordajes mucho menos traumáticos y con una seguridad total en las técnicas.
Guiot, que no estaba familiarizado con el microscopio confió en mí y me mando a Zurich junto a Gazi Yaşargil para familiarizarme definitivamente con las técnicas microneuroquirúrgicas. Esto cambio radicalmente mi manera de pensar pues pude constatar que los resultados en neurocirugía eran muy diferentes, debido a que los pacientes ya no quedaban con las frecuentes secuelas postquirúrgicas, como sucedía anteriormente.
Realmente en esos años tuve la suerte de trabajar como ayudante de Guiot, quien además me tenía mucho cariño y con el entablé una relación fantástica, a tal punto que los manuscritos originales de todos los trabajos anatómicos sobre los núcleos talámicos en el hombre escritos de la propia mano del Guiot, no los tienen ni el museo de la Historia de Medicina de Francia, ni el Hospital Foch, ni la Sociedad de Neurocirugía de la Lengua Francesa sino que están en mi poder porque, fueron su regalo cuando me nombraron Presidente de la Federación Mundial de Sociedades de Neurocirugía.
Después regresé a la Argentina donde introduje el microscopio quirúrgico, con idas y venidas Buenos Aires-París. Desarrollé en el Instituto “Costa Buero” el Departamento de Neurofisiología Aplicada y allí formé a profesionales importantes como Germán Barrionuevo. Lamentablemente, por razones no médicas, me retiré del Costa Buero y en 1976 me hice cargo de la Jefatura del Servicio de Neurocirugía del Hospital “Santa Lucía”, donde tuve una intensa actividad en microneurocirugía para todas las patologías, en los años 80´, también fundamos el Instituto de Neurociencias en el ex-Sanatorio Güemes. Todos esos años, por supuesto, también me dediqué muchísimo a la actividad docente y también a mi actividad en el extranjero que ha sido muy intensa hasta el día de hoy. Fui elegido Presidente de la Sociedad Argentina de Neurocirugía en 1986, en la que me desempeñé dos años, y fui profesor adjunto de la Facultad de Medicina de la UBA en 1987, en el año 1988 fui elegido presidente de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Neurocirugía. En 1992, gane el concurso de Profesor Titular, y me hice cargo de la Cátedra de Neurocirugía y en 1993 fui elegido Presidente de la Federación Mundial de Sociedades de Neurocirugía, siendo la primera vez que un latino, no un anglosajón como venía sucediendo hasta entonces, se convierte en presidente de la Federación Mundial, de manera que ese puesto fue muy reconocido por todos. Actualmente me siguen convocando como Presidente de la Fundación de la Federación Mundial y como delegado de los neurocirujanos ante la OMS.

¿Cómo ve actualmente a sus discípulos?
Muy bien, a casi todos los veo, hay algunos brillante como el Dr. aquí presente (señala a M. Socolowsky).
Con algunos discutimos por puntos de vista diferentes, pero estoy muy orgulloso de todos ellos. Sobre todo de la última generación ya que personalmente los elegí.

¿Cómo ve el futuro de la neurocirugía Argentina?
Muy bien, pero debemos ir mejorando tanto en su calidad de formación y su ética. Tengo mucha esperanza y confianza en la masa crítica y en la materia gris.
Estoy muy contento y tengo un especial aprecio por la AANC y como se está llevando su gestión.
La neurocirugía ha cambiado y debemos adaptarnos en las distintas ciencias que contribuyen a la formación, hoy en día un neurocirujano joven en formación debe conocer neuroimágenes, neurobiología, genética, etc., para poder entender los conceptos modernos de la neurooncología por ejemplo, y por eso felicito al Presidente de la Asociación Argentina de Neurocirugía como lleva actualmente estas cuestiones. Por mi parte en la Facultad de Medicina de la UBA, yo dirijo actualmente la carrera Universitaria de Especialista y desde allí tratamos de darle un información completa y actualizada.

Muchísimas gracias Dr.

M. Socolovsky, J. Rimoldi, R. Torino

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